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1341. Lo que será la República española VI



VI. La República y el separatismo

Solamente la República puede evitar la disgregación nacional que ha empeza​do a iniciarse en España, especialmente en Cataluña y algunas provincias del Norte.

Este separatismo no es más, en el fon​do, que una tendencia instintiva de los órganos que aún gozan una existencia propia a separarse de la monarquía espa​ñola, que consideran muerta. Abominan de España porque esta carece de libertad, y a causa de la política de sus reyes forma aparte de las demás naciones de Europa, como si perteneciese a otro con​tinente, menos civilizado. Además de​sean una amplia autonomía, en relación con su enérgica individualidad, y esta autonomía resulta incompatible con la constitución monárquica.

Dentro de una República española desaparecerá el separatismo. Nadie quiere irse de allí donde se ve respetado y atendido, gozando el pleno uso de sus derechos.

La República española será federal, siguiendo así las verdaderas tradiciones de España. Grandes geógrafos como Reclus, célebres viajeros que estudiaron atentamente la constitución física y étnica de nuestro país, están acordes en afirmar que España, por la conformación de su suelo, por su historia y por la diversidad de sus razas, debe ser una nación federal. En ella, el unitarismo es obra de los reyes, ansiosos de autoridad absoluta; nunca lo fue de la voluntad de los pueblos.

Pero el federalismo dentro de ia Repú​blica española no será general, instantá​neo y obligatorio. El federalismo no debe imponerse. Son imprescindibles una edu​cación preparatoria y un deseo unánime, para obtener su instauración.

Yo he vivido en varias Repúblicas fe​derales, especialmente en la más impor​tante de ellas, los Estados Unidos de América. No todos los componentes de una República federal son Estados autó​nomos, en el pleno uso de su soberanía. Hay porciones de terreno, menos prepa​radas para la vida particular e indepen​diente, que mientras realizan su evolu​ción educativa para llegar en lo futuro a ser Estados se llaman simplemente «Te​rritorios» y dependen del Gobierno central.

En los Estados Unidos quedan ya po​cos «Territorios». Algún tiempo antes de la guerra europea, el presidente Wilson elevó casi todos ellos a la categoría de Estados, considerando que estaban ya en condiciones para una vida autonó​mica; pero hace veinte años, nada más, el número de los Territorios era todavía considerable en la gran República de la Unión.

La España republicana, una vez re​sueltos los primeros problemas de su vida, cuando sea oportuno arrostrar nuevas reformas, podrá constituirse siguien​do las mismas reglas de los Estados Uni​dos y otras Repúblicas federativas. Exis​tirán en ella, a un mismo tiempo. Estados regionales con Gobierno autónomo, y provincias que dependerán del Gobierno central de la República.

Cataluña y otras regiones, si las hay, que deseen unánimemente un Gobierno autonómico, podrán constituirse en Es​tados regionales, dentro de la gran República española. Y las más de las antiguas provincias, en las cuales el absolutismo de Austrias y Borbones borraron a san​gre y fuego el espíritu autonómico repre​sentado por los Fueros, podrán ir hacien​do poco a poco dentro de la República su educación federalista, su aprendizaje de vida autónoma, hasta que suprimido el antiguo caciquismo y habiendo adqui​rido cada grupo provincial una nueva vida orgánica, reclame su autonomía, constituyéndose en Estado.

¡Ojalá en lo futuro toda la Península, desde los Pirineos al Estrecho, del Medi​terráneo al Atlántico, sea una confedera​ción de Estados autónomos con vida propia, un conjunto de organismos ro​bustos, en admirable equilibrio, sin so​breponerse unos a otros, que unan, para la gloria de una patria común, las diver​sas lenguas, los múltiples caracteres, las variadas crónicas de su riqueza histórica, y ostenten con noble orgullo el título de «Estados Unidos Hispano— Lusitanos», gran República Federal de Iberia! 


Vicente Blasco Ibañez
Lo que será la República española - Capítulo VI










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