VI. La República y el separatismo
Solamente la República puede evitar la disgregación
nacional que ha empezado a iniciarse en España, especialmente en Cataluña y
algunas provincias del Norte.
Este separatismo no es más, en el fondo, que una tendencia instintiva de los
órganos que aún gozan una existencia propia a separarse de la monarquía española, que consideran muerta. Abominan de
España porque esta carece de libertad, y a causa de la política de sus reyes
forma aparte de las demás naciones de Europa, como si perteneciese a otro continente, menos civilizado. Además desean una amplia autonomía, en relación con
su enérgica individualidad, y esta autonomía resulta incompatible con la
constitución monárquica.
Dentro de una República española desaparecerá el
separatismo. Nadie quiere irse de allí donde se ve respetado y atendido,
gozando el pleno uso de sus derechos.
La República española será federal, siguiendo
así las verdaderas tradiciones de España. Grandes geógrafos como Reclus,
célebres viajeros que estudiaron atentamente la constitución física y étnica de nuestro país, están acordes en
afirmar que España, por la conformación de su suelo, por su historia y por la
diversidad de sus razas, debe ser una nación federal. En ella, el unitarismo es
obra de los reyes, ansiosos de autoridad absoluta; nunca lo fue de la voluntad
de los pueblos.
Pero el federalismo dentro de ia República española no será general, instantáneo y obligatorio. El federalismo no debe
imponerse. Son imprescindibles una educación preparatoria y un deseo unánime, para obtener
su instauración.
Yo he vivido en varias Repúblicas federales, especialmente en la más importante de ellas, los Estados Unidos de
América. No todos los componentes de una República federal son Estados autónomos, en el pleno uso de su soberanía.
Hay porciones de terreno, menos preparadas para la vida particular e independiente, que mientras realizan su evolución educativa para llegar en lo futuro a
ser Estados se llaman simplemente «Territorios» y dependen del Gobierno central.
En los Estados Unidos quedan ya pocos «Territorios». Algún tiempo antes de
la guerra europea, el presidente Wilson elevó casi todos ellos a la categoría
de Estados, considerando que estaban ya en condiciones para una vida autonómica; pero hace veinte años, nada más, el
número de los Territorios era todavía considerable en la gran República de la
Unión.
La España republicana, una vez resueltos los primeros problemas de su vida,
cuando sea oportuno arrostrar nuevas reformas, podrá constituirse siguiendo las mismas reglas de los Estados Unidos y otras Repúblicas federativas. Existirán en ella, a un mismo tiempo. Estados
regionales con Gobierno autónomo, y provincias que dependerán del Gobierno
central de la República.
Cataluña y otras regiones, si las hay, que deseen
unánimemente un Gobierno autonómico, podrán constituirse en Estados regionales, dentro de la gran República española. Y las más de las antiguas
provincias, en las cuales el absolutismo de Austrias y Borbones borraron a sangre y fuego el espíritu autonómico representado por los Fueros, podrán ir haciendo poco a poco dentro de la República su
educación federalista, su aprendizaje de vida autónoma, hasta que suprimido el
antiguo caciquismo y habiendo adquirido cada grupo provincial una nueva vida orgánica,
reclame su autonomía, constituyéndose en Estado.
¡Ojalá en lo futuro toda la Península, desde los
Pirineos al Estrecho, del Mediterráneo al Atlántico, sea una confederación de Estados autónomos con vida propia,
un conjunto de organismos robustos, en admirable equilibrio, sin sobreponerse unos a otros, que unan, para la
gloria de una patria común, las diversas lenguas, los múltiples caracteres, las variadas
crónicas de su riqueza histórica, y ostenten con noble orgullo el título de
«Estados Unidos Hispano— Lusitanos», gran República Federal de Iberia!
Vicente Blasco Ibañez
Vicente Blasco Ibañez
Lo que será la República española - Capítulo VI
París 1925
I.-El espantajo rojo y la mentirosa propaganda de los monárquicos
II.-Al Ejército
III.-A los contribuyentes
IV.-A los trabajadores
V.-Los tributos y el progreso del país
VI.- La República y el separatismo
VII.-La Iglesia
VIII.-Los hombres que gobernarán nuestra República
IX.-Lo que podemos hacer nosotros y lo que harán las generaciones venideras
X.-La República tiene un ideal
XI.-Y creyendo en ste ideal quiero vivir y morir
I.-El espantajo rojo y la mentirosa propaganda de los monárquicos
II.-Al Ejército
III.-A los contribuyentes
IV.-A los trabajadores
V.-Los tributos y el progreso del país
VI.- La República y el separatismo
VII.-La Iglesia
VIII.-Los hombres que gobernarán nuestra República
IX.-Lo que podemos hacer nosotros y lo que harán las generaciones venideras
X.-La República tiene un ideal
XI.-Y creyendo en ste ideal quiero vivir y morir
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