Federica Montseny en el mitin de la Monumental de Barcelona. 25 de octubre de 1936 |
Trabajadores de Barcelona y Catalunya! ¡Hombres y
mujeres antifascistas de España!
Es éste un acto histórico; el acto que rubrica de hecho y derecho el comienzo de una nueva era en España. A partir de esta fecha memorable, todos, trabajadores de la UGT, de la CNT, de la FAI y del PSU estamos unidos en un lazo indiscutible. El símbolo de las banderas enlazadas es la expresión del sentimiento religioso y místico de la lucha, sentimiento que se exalta y que en todos debe manifestarse hasta un máximo, pues esta tensión heroica la necesitan los pueblos para vencer y ser invencibles.
Es éste un acto histórico; el acto que rubrica de hecho y derecho el comienzo de una nueva era en España. A partir de esta fecha memorable, todos, trabajadores de la UGT, de la CNT, de la FAI y del PSU estamos unidos en un lazo indiscutible. El símbolo de las banderas enlazadas es la expresión del sentimiento religioso y místico de la lucha, sentimiento que se exalta y que en todos debe manifestarse hasta un máximo, pues esta tensión heroica la necesitan los pueblos para vencer y ser invencibles.
La realidad es ésta: un enemigo apoyado
internacionalmente por potencias fascistas. Frente a este enemigo, un pueblo
valiente, un pueblo entusiasta, un pueblo que, además de luchar contra el
fascismo, comprende que ha sonado la hora de las grandes transformaciones
sociales y que construye sobre la marcha. Junto a este pueblo, dos naciones
unidas en la lucha a favor del proletariado español. El enemigo, armado y
apoyado internacionalmente por esa farsa de neutralidad, ha conseguido algunas
victorias; y aunque no las hubiera conseguido, ha concentrado su esfuerzo
máximo en la conquista de Madrid, que representa para él la legalidad de la
insurrección facciosa y para que los países legalicen su existencia de gobierno
faccioso.
Es preciso que todo el pueblo de Catalunya, es preciso
que Barcelona y España entera, que tienen la seguridad de la victoria por su
heroísmo y energía y además por el apoyo de todo el mundo antifascista, se una
en un esfuerzo máximo para batir de una vez para siempre esta intentona
suicida.
Abordaré también con resolución otro de los aspectos
del problema: hasta hoy, la revolución ha sido identificada con un sentido un
poco frívolo. Pasadas las heroicas jornadas del 19 y 20 de julio, pasado este
momento en que Barcelona supo conquistar los reductos en que se habían
atrincherado los facciosos, se ha sucedido un momento de calma. Es preciso que
todos se reintegren a la gran obra revolucionaria, impuesta por las circunstancias.
Es preciso que termine este momento frívolo, en que los momentos se aprovechan
viviendo lo mejor posible y preocupándose lo menos posible.
Tenemos la seguridad absoluta de que no se producirán
entre nosotros luchas fratricidas que puedan malograr mañana la obra
revolucionaria. Estamos aquí reunidos UGT, CNT, FAI y PSU; están aquí
escuchándonos representantes de todos los partidos republicanos, desde los más
extremistas a los más moderados, unidos en el mismo sentimiento que ha
levantado al pueblo español contra el fascismo, ante la convicción clara de que
el fascismo representaba la anulación de todos los derechos elementales
conquistados por el pueblo. La España militarista, de clérigos, de pollos bien,
de cocotas aristocráticas y burócratas, que ha arrastrado siempre su roña, sus
piojos y sus vicios..., frente a esta España vieja y muerta se levanta la
España nueva: la España del trabajo y de las organizaciones obreras conscientes
de su misión y pleno espíritu de responsabilidad, para forjar sus destinos.
¿Era posible esto? ¿Sería posible esta reconstrucción, esta autocreación de
España, sin que estuviéramos unidos de una manera lógica?
Hemos aspirado constantemente, UGT y CNT, a conseguir
esta unidad sagrada, unidad a la cual no va unida solamente la victoria contra
el fascismo, sino también la reconstrucción de España. Se necesitaba una
revolución, que no se hizo el 14 de abril y la hacemos ahora. Esto no podrá
conseguirse por los cauces legales. Los compañeros socialistas se habrán dado
cuenta y por esto se lanzaron a la calle, a la lucha, y a nosotros los
anarquistas también nos ha enseñado la experiencia que no era posible una transformación
si no nos poníamos frente a los órganos del poder; esto han debido reconocerlo
todos. Lo hemos reconocido y sostenido siempre. Hoy, en realidad, las
diferencias ideológicas que nos separaban han desaparecido, por cuanto nosotros
hemos aceptado los hechos consumados, que nos obligaban a tomar parte en la
dirección del país; de los hechos que demostraban que sin la unión de las masas
no podía insinuarse en España el socialismo.
Quisiera, camaradas; quisiera, trabajadores; quisiera,
mujeres antifascistas, quisiera que todos vosotros os dierais cuenta de lo que
nosotros somos en este instante para el mundo entero. Individualmente
considerados, somos seres ni más ni menos que los otros; somos, en una palabra,
hombres y mujeres condenados a ver transcurrir su vida, como transcurre la de
los animales; pero, colectivamente, ¿sabéis lo que somos como pueblo enfrentado
no sólo contra el fascismo interior, sino también contra el exterior? ¿Sabéis
lo que es España con su lucha heroica, con su combate incesante? Si el fascismo
triunfara en España, pronto esta Francia que tan poca solidaridad nos ha
prestado, y que es una ofensa para España, pronto esta Francia sería víctima
del fascismo, y lo sería también el pueblo belga. Por lo tanto, es necesario
presentar esta unión a los ojos del mundo como un ejemplo para el triunfo de la
clase trabajadora.
Si vemos fijos en nosotros los ojos afiebrados de
todos los trabajadores; si nosotros representamos la esperanza de la
resurrección espiritual democrática; si nosotros representamos esto, nuestra
vida individualmente considerada no tiene importancia alguna; tiene importancia
grandiosa nuestra existencia como colectividad y como pueblo, como nación
rebelde colocada frente al fascismo internacional, en defensa de los derechos
del hombre, continuadora del espíritu de la revolución rusa. Como colectividad
y pueblo, nosotros lo somos todo, y a ello sometemos nuestra existencia
individual. Si cada uno de vosotros sintiera desintegrarse, crecer dentro de sí
mismo, este sentimiento de responsabilidad, estoy segura de que aunque nos
faltaran las armas y la solidaridad internacional integrada por Rusia y México,
tengo la seguridad, repito, de que hasta inermes venceríamos al fascismo. La
victoria y el triunfo lo conquistan siempre los pueblos cuando quieren. Cuantos
hayáis leído la revolución francesa, sabréis que para tomar la Bastilla fue
preciso llenar los fosos de cadáveres; y cuando estuvieron llenos, el pueblo
entró como un alud en la Bastilla, que no pudo resistir su ímpetu formidable.
¿Sabéis lo que ha sido la entrada de los fascistas en
las poblaciones, valiéndose de los moros que han traído a España y de los
soldados del Tercio, presidiarios reclutados en todas las penitenciarías del
mundo? Pues sabed que en Villafranca de Bidasoa entraron los fascistas tras una
lucha de muchas horas; ¿y sabéis lo que hicieron con una muchacha de quince
años? La cogieron, la violaron, la crucificaron y, pareciéndoles poco, un
mercenario le clavó la navaja en las partes, abriéndola hasta la barbilla.
¿Sabéis lo que hicieron con un compañero las bestias del requeté? Le cogieron,
le torturaron, le mataron, le despedazaron y lo mandaron en una caja a los
milicianos de Irún. ¿Sabéis lo que hicieron los fascistas en La Coruña al
camarada Villaverde? Pues le prepararon una muerte digna de Vercingétorix;
después de haberle fusilado, lo ataron a la cola de un caballo y lo arrastraron
por las calles del pueblo. Otro ejemplo del sadismo de estos canallas: vivía en
Ceuta un naturista, Miguel León; muchos de vosotros lo conoceréis, un viejo de
luengas barbas; pues le cogieron y le fusilaron despúes de haberle arrancado
pelo a pelo toda la barba...
Nosotros hemos hecho fusilamientos, pero ningún
tormento, ningún refinamiento de crueldad, y lo hemos hecho porque, o matamos
nosotros, o nos matan ellos. ¡Pero jamás se ha deshonrado la revolución o las
milicias con el atropello o la violación! Al contrario, por exceso de
generosidad hemos respetado a muchas mujeres, que luego hemos encontrado en los
frentes sirviendo al espionaje. La crueldad, el sadismo, la barbarie, están en
la reacción; el espíritu del fascismo, el espíritu de Anido y Arlegui,
revividos en la figura de esos frailes trabucaires, en la persona de esos
frailes que no vacilaron en traer a España regulares moros, alemanes e
italianos, que no vacilaron en despedazar a España, ofreciendo a Alemania,
Italia y Portugal trozos de nuestro suelo a cambio del apoyo más descarado. En
cuanto a los periodistas extranjeros, ávidos de cazar noticias, es preciso
decirles que los obispos no son de los nuestros, no del pueblo, del pueblo
generoso y notable.
¿Qué de extraño tiene que en España hayamos quemado
conventos e iglesias? ¿Acaso son controlables las masas desbordadas ante la
injusticia y el atropello? En España no se ha destruido; y si se ha matado, ha
sido por la convicción de que era preciso y con pleno conocimiento de causa. En
Rusia, en los primeros días de la revolución, el pueblo lo destruyó todo y
tardaron dos años en reconstruir las máquinas y vaciar de agua las minas, que
el furor de las masas había anegado. Aquí no se ha hecho esto, y que lo sepan
los periodistas extranjeros que recorren los frentes.
Obreros de las fábricas, de los talleres, del campo,
técnicos e intelectuales, que sentís en vosotros el sentimiento de la dignidad
humana enfrentándola contra quienes prostituyen la libertad y el derecho,
sumaos a nuestro movimiento gigantesco; ayudadnos a luchar en el frente. Os lo
pedimos por solidaridad, por nosotros, que os movilicéis individualmente y
colectivamente, y que todos se sientan soldados, no sólo para defender España contra
el fascismo, sino para conseguir un máximo de bienestar, de justicia entre
todos. Os lo pedimos a vosotros que representáis a la España donde se exaltan y
se manifiestan los valores auténticos de la raza ibérica; os lo pedimos como
españoles incluso. Dentro de cada uno de nosotros, aunque sea socialista,
anarquista o republicano, hay el orgullo de una raza fuerte, que tiene
características étnicas y regionales bien definidas, que forman el conglomerado
de razas más bravas del mundo. El pueblo ha sido desde los tiempos más remotos
el realizador de obras únicas y formidables. Sabemos de las pirámides de
Egipto, pero no sabemos de parias, de ilotas que arrastraron los grandes
bloques y que murieron aplastados bajo ellos. Las grandes obras las hemos hecho
nosotros, las multitudes famélicas de todo el mundo, arrastrando el hambre y la
sed de justicia que defendemos contra el fascismo, que es tiranía y destrucción
de todos los valores morales y espirituales del hombre.
Federica Montseny
25 de octubre de 1936
Mitin en la plaza de toros Monumental, organizado conjuntamente por la CNT-FAI y el PSUC-UGT.
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