El 25 de octubre de 1938 en Les Masíes, un caserío situado entre el monasterio de Poblet y L’Espluga de Francolí, el Ejército del Ebro, organizó un gran homenaje a los brigadistas internacionales en su cuartel general bajo el lema de "Caballeros de la Libertad del Mundo, ¡buen camino!". Asistieron Negrín, Rojo, Modesto, Marty, Líster, Gallo... y una delegación de voluntarios representando a todas las unidades y países.
Juan Modesto en sus memorias, lo recoge así:
La actividad enemiga decreció
extraordinariamente después del 14 de octubre. La causa estaba, sin duda, en
las bajas que le habíamos hecho en los combates anteriores. Aprovechando la
pausa abierta en los combates, celebramos los del Ebro una jornada inolvidable.
El gobierno nos había confiado organizar, en nombre del Ejército Popular, la
despedida de los voluntarios internacionales. Eran unos 6.000 los que en ese
periodo se encontraban en España, hasta esos días encuadrados en las brigadas
11, 12, 13, 14, 15 y 139 de las divisiones 35 y 45 del Ejército Popular. Otra
brigada, la 129, estaba en la otra zona. Al acto de despedida vinieron el
Presidente del Gobierno, Juan Negrín, y el jefe del Estado Mayor Central,
general Vicente Rojo.
Estaban presentes Luigi Longo
(italiano), Franz Dhalem (alemán) y André Marty (francés), que tanto
contribuyeron a la organización de las brigadas, así como Pietro Nenni, Julius
Deutsch y George Branting. Ellos representaban a un sector determinante de los
organizadores de los comités de solidaridad con la democracia española, que se
crearon en 17 países y fueron el alma de la solidaridad de sus pueblos, de la
solidaridad internacional con el pueblo español.
Los demás eran nuestros camaradas de
tantos combates, con los que habíamos convivido y luchado durante dos años de
guerra, desde Madrid hasta el Ebro, pasando por la calcinada llanura
zaragozana, donde la sed mata, y las montañas nevadas de Teruel, donde el frío
mutila. Al recordarlos hoy, los cito a todos en conjunto -como juntos y en el
mismo rango de heroísmo se batieron- para rendirles, igual que en aquel día, el
homenaje del Ejército Popular. Como excepción, quiero citar a la voluntaria, y
madre de voluntario, Ana Maria (húngara), a las americanas Evelina, chófer, y
Salaria Kee de Harlem (enfermera), así como a las doctoras, en primera línea
casi toda la guerra, Jeannette Opfmen (francesa) y Josefa Jmelova
(checoslovaca). Muchos de ellos, alrededor de 5.000, cayeron codo con codo
junto a los mejores hijos del pueblo español, combatiendo por la paz de todos
los pueblos y por la libertad del género humano.
No es posible en este relato
mencionarlos a todos. Pero como bandera y símbolo de los demás recordaré a Hans
Beimler (alemán), General Lukacs (húngaro), Joe Dallet (americano), Peter
Borilov (búlgaro) , Pierre Akkerman y Jean Wanden Plas (belgas), George Brown
(inglés), Toni Konomi (albanés) , Van Galen (holandés), Georg Eisner (alemán),
Eugenio Winckler (checoslovaco), Emeric Tarr (húngaro), Franz Reisenauer
(austriaco) , Kirijakidis (griego), Burca Costache (rumano) , Bernard Larsen
(escandinavo), Parovich Smidt (yugoslavo) , Guido Picelli (italiano), Oliver
Law (americano), Alfred Brugères (francés), Antel Kochanek (polaco) y los
doctores: Sollenberger (inglés), Heilbrunn (alemán), Dubois-Domanski (polaco),
Grossev (búlgaro) y Frantichek Krigel (checoslovaco).
En los 6.000 que estaban allí con
nosotros y en los 5.000 que yacían en tierras de España, rendimos homenaje a
los 35.000 voluntarios -soldados, mandos, comisarios y organizadores- que
dieron al mundo el ejemplo más grande de fraternidad, humanismo y solidaridad
internacional hasta entonces conocido. Ellos hicieron escuela, la escuela de la
resistencia al fascismo en el mundo, que se inspiró en los mismos postulados.
Hablamos el Presidente Negrín y yo,
abriendo aquella jornada memorable. Ahora, cuando escribo estas líneas,
recuerdo con emoción aquel impresionante acto de fraternización, presidido, en
su grandiosa sencillez, por el “Hasta la vista" con que nos despedimos
unos de otros en los múltiples encuentros que tuvimos aquel día. Y en verdad
nos hemos encontrado después en el mismo campo, en la misma trinchera, contra
el mismo enemigo.
Eran los voluntarios internacionales,
hijos de todos los confines de la Tierra, miembros de todos los partidos y
asociaciones progresivas del mundo, de diferentes tendencias ideológicas,
concepciones políticas y confesiones religiosas. Vinieron a España como
expresión viva de "la protesta indignada de los hombres libres del mundo
entero frente a la intervención directa del hitlerismo alemán y del fascismo
italiano", como decía el Llamamiento que sus organizadores hicieron a
todos los pueblos.
Si alguien quiere conocer historias
maravillosas de hombres sencillos, que vaya a cualquier país del mundo y
pregunte por "los internacionales". Cada uno de ellos es ejemplo de
abnegación, de espíritu de sacrificio, de grandeza moral y humana. En
España se batieron bajo el signo y la consigna: POR VUESTRA Y NUESTRA LIBERTAD.
Por eso se les conoce en todas partes bajo el nombre genérico de VOLUNTARIOS DE
LA LIBERTAD.
Siempre en lo más duro de los combates,
animados por un espíritu de sacrificio incontestable, los voluntarios
extranjeros no fueron todos unos caballeros sin miedo y sin mancha, y su
historia es una historia de hombres; pero en favor de la causa por la que
habían decidido asumir los riesgos, no dudaron en exponer su vida y sus
sufrimientos, sin esperar otra recompensa que la conciencia de servir, y por
eso las Brigadas Internacionales fueron una epopeya.
Juan Modesto
Soy del Quinto Regimiento - Capítulo XIV
París: Éditions de la Librairie du Globe
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