¡De rodillas, generales,
torpes, cobardes, arteros;
de rodillas, cosecheros
de desastres coloniales!
Herederos naturales
de aquellos mismos malvados
que ganaban entorchados,
y títulos y dineros,
cambiando mozos enteros
por coros de repatriados...
¡De rodillas los canallas
de Monte Arruit y de Annual;
de rodillas, general
que ascendiste sin batallas!
Miserable, que te callas
cuando te acorrala el moro,
y hoy, al servicio del oro,
nos traes al rifeño aquí,
para que te gane a ti
la española piel de toro.
De rodillas los traidores
de cuartelazo y derrota,
que iban a poner su bota
sobre los trabajadores.
De rodillas, perdedores,
ante esta España encendida,
que no veréis sometida
—su sangre lo está diciendo—
¡aunque la estuvierais viendo
sangrar por toda la vida!
Ángel Lázaro
El Mono azul, 8 de octubre de 1936
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