Entre tantas cosas de distintos matices como han ocurrido en el transcurso
de la guerra que sostenemos contra el invasor, tenemos una que por lo notable
merece atención, en lo que respecta a la mujer española de la zona leal.
La mujer española, especialmente la mujer joven, hasta poco antes de
producirse la sublevación militar fascista contra la República, tenía un
concepto de la vida, por múltiples causas y prejuicios heredados, contrario al
que la mujer moderna debía de tener, para vivir en un país democrático de
trabajadores. Para la mujer —salvo excepciones— lo mejor de su vida consistía
en preocuparse mucho adornándose artifiosamente para hacerse graciosas al galán
del «ensueño» que al
anochecer tenía que cortejarlas. Ello era una demostración de que la mujer
tenía, lamentablemente, mucha falta de orientación en la lucha social de
nuestro pueblo.
Después del triunfo de las elecciones últimas del Frente Popular, hubo una
campaña —por cierto muy provechosa para despertar a la mujer y también a
algunos hombres— del sueño eterno en que vivían hasta llegar poco a poco a
quitarles la venda que tenían puesta sobre los ojos e indicándoles el camino
que necesitaban seguir para llegar de verdad a ser mujeres y dejar de ser
esclavas, puesto que el recobro de su libertad era Ley Constitucional de la
República.
*
En la lucha que nuestro país sostiene contra los ejércitos de Hiter y
Mussolini — aunque no quiera conocerlo así el Coimté «itervencionista» de Londres—, la mujer española ha estado demostrando día
tras día su capacitación cada vez mejor, en los problemas político-sociales y
económicos que vive nuestro pueblo. Ha llegado a conocer mucho el sentido de
nuestra lucha heroica — lucha por la emancipación de ambos sexos y de todas las
edades— contra el invasor, por la independencia y las libertades de
España.
El entusiasmo y la animación en la lucha ocupando los lugares de trabajo y
capacitación en las organizaciones, en la Academia, en los hospitales, en las
ofcinas, en la fábrica, en el taller y en el campo, por las madres que piensan
en el porvenir de sus hijos; por las compañeras que ayudan a sus maridos;
por las hermanas que ayudan a sus hermanos; por las novias que trabajan sin
descanso en espera del combatiente que después de la victoria las hará felices,
demuestra el progreso constante que ha adquirido la mujer en los veintitrés
meses que vivimos de guerra.
Esta elevación cultural que se aprecia en la mujer, no adquirida por
imposición sino por convencimiento propio de mujeres que quieren borrar un
historial retrógrado y decadente renovándolo por otro de libertad mejor y más
moderna, que tanto benefìcio le traerá a la mujer en el porvenir, es digno,
para los combatientes que luchan en defensa de la independencia de España y de
la libertad, del máximo agradecimiento, de los mejores elogios y de las más
distinguidas consideraciones, por reconocer en esta gesta de la mujer, el paso
decisivo que necesitaba dar para saber sentirse verdaderas madres y enterrar
para siempre, junto con el fascismo, el vicio gangrenoso que las envolvía y
hacía de ellas simples objetos de escaparate.
Posiblemente habrá todavía algunas mujeres que titubean creyendo que el
trabajo para la mujer es una bajeza. Nada más lejos de la verdad. Que se
resignen, pues, a creer todo lo contrario y sabrán dignificarse a tiempo y
cumplirán un gran deber para con la Patria. La guerra actual necesita del
esfuerzo y sacrificio —muy agradecido— de todos los que trabajando ayudan a
honrar más el gran prestigio de nuestra raza.
Ciudadanas que sabéis ser dignas con vuestro comportamiento en el trabajo
del momento histórico que vive la España democrática y republicana: vuestros
camaradas combatientes cariñosa y fraternalmente os saludan y os dicen que
continuéis sin vacilación aportando vuestro fructífero esfuerzo en defensa de
España y de la República para, entre todos los buenos españoles, aplastar totalmente
a los criminales invasores fascistas y poder, después de la victoria, disfrutar
una vida completa y hermosa de trabajo y felicidad.
Antonio Bolufer
Comisario Político del destructor «Escaño»
La Armada, órgano oficial de los marinos de la República
Cartagena, 2 de julio de 1938
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