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3296. Nuestra causa. La mujer española




Entre tantas cosas de distintos matices como han ocurrido en el transcurso de la guerra que sostenemos contra el invasor, tenemos una que por lo notable merece atención, en lo que respecta a la mujer española de la zona leal.

La mujer española, especialmente la mujer joven, hasta poco antes de producirse la sublevación militar fascista contra la República, tenía un concepto de la vida, por múltiples causas y prejuicios heredados, contrario al que la mujer moderna debía de tener, para vivir en un país democrático de trabajadores. Para la mujer —salvo excepciones— lo mejor de su vida consistía en preocuparse mucho adornándose artifiosamente para hacerse graciosas al galán del «ensueño» que al anochecer tenía que cortejarlas. Ello era una demostración de que la mujer tenía, lamentablemente, mucha falta de orientación en la lucha social de nuestro pueblo. 

Después del triunfo de las elecciones últimas del Frente Popular, hubo una campaña —por cierto muy provechosa para despertar a la mujer y también a algunos hombres— del sueño eterno en que vivían hasta llegar poco a poco a quitarles la venda que tenían puesta sobre los ojos e indicándoles el camino que necesitaban seguir para llegar de verdad a ser mujeres y dejar de ser esclavas, puesto que el recobro de su libertad era Ley Constitucional de la República.


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En la lucha que nuestro país sostiene contra los ejércitos de Hiter y Mussolini — aunque no quiera conocerlo así el Coimté «itervencionista» de Londres—, la mujer española ha estado demostrando día tras día su capacitación cada vez mejor, en los problemas político-sociales y económicos que vive nuestro pueblo. Ha llegado a conocer mucho el sentido de nuestra lucha heroica — lucha por la emancipación de ambos sexos y de todas las edades— contra el invasor, por la independencia y las libertades de España. 

El entusiasmo y la animación en la lucha ocupando los lugares de trabajo y capacitación en las organizaciones, en la Academia, en los hospitales, en las ofcinas, en la fábrica, en el taller y en el campo, por las madres que piensan en el porvenir de sus hijos; por las compañeras que ayudan a sus maridos; por las hermanas que ayudan a sus hermanos; por las novias que trabajan sin descanso en espera del combatiente que después de la victoria las hará felices, demuestra el progreso constante que ha adquirido la mujer en los veintitrés meses que vivimos de guerra.

Esta elevación cultural que se aprecia en la mujer, no adquirida por imposición sino por convencimiento propio de mujeres que quieren borrar un historial retrógrado y decadente renovándolo por otro de libertad mejor y más moderna, que tanto benefìcio le traerá a la mujer en el porvenir, es digno, para los combatientes que luchan en defensa de la independencia de España y de la libertad, del máximo agradecimiento, de los mejores elogios y de las más distinguidas consideraciones, por reconocer en esta gesta de la mujer, el paso decisivo que necesitaba dar para saber sentirse verdaderas madres y enterrar para siempre, junto con el fascismo, el vicio gangrenoso que las envolvía y hacía de ellas simples objetos de escaparate. 

Posiblemente habrá todavía algunas mujeres que titubean creyendo que el trabajo para la mujer es una bajeza. Nada más lejos de la verdad. Que se resignen, pues, a creer todo lo contrario y sabrán dignificarse a tiempo y cumplirán un gran deber para con la Patria. La guerra actual necesita del esfuerzo y sacrificio —muy agradecido— de todos los que trabajando ayudan a honrar más el gran prestigio de nuestra raza.

Ciudadanas que sabéis ser dignas con vuestro comportamiento en el trabajo del momento histórico que vive la España democrática y republicana: vuestros camaradas combatientes cariñosa y fraternalmente os saludan y os dicen que continuéis sin vacilación aportando vuestro fructífero esfuerzo en defensa de España y de la República para, entre todos los buenos españoles, aplastar totalmente a los criminales invasores fascistas y poder, después de la victoria, disfrutar una vida completa y hermosa de trabajo y felicidad.


Antonio Bolufer
Comisario Político del destructor «Escaño»

La Armada, órgano oficial de los marinos de la República
Cartagena, 2 de julio de 1938








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