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3385. Maruca Allones, la primera árbitro de hockey en España

Maruca Allones es la primera arbitro oficial de hockey en España. El codiciado título es una ejecutoria más en la brillantísima hoja deportiva de la gran jugadora gallega. 

En el campo que el Artabro H.C. tiene en la playa maravillosa de Riazor, hemos sorprendido a la aristocrática jugadora "martirizando" sin piedad a un grupo de encantadoras afiliadas al magnífico equipo de La Coruña. 

La figura ágil y diminuta de Maruca Allones es, entre sus discípulas, como un pequeño dictador que se impone en todo y por todo. Sin piedad, sin darles un minuto de sosiego, luchando tenazmente para ponerlas en forma, Maruca hace saltar a la comba, correr, ejercitar los músculos y marcar jugadas peligrosas y decisivas para un partido. Y así durante dos horas; solamente cuando las ve fatigadas por tan duro entrenamiento, la capitana del Artabro toca alto y el grupo de bellezas deportivas busca unos minutos de sosiego derrumbándose sobre el graderío del campo. Maruca Allones es un grano de pimienta encerrado en este uniforme de paño marrón con vivos rojos y azules que son los colores del Artabro Hockey Club. Es morena, gentilísima y habla con la dulzura innata en estas tierras de Galicia.

—Crea usted —nos dice la gentil capitana, que hoy precisamente cumple veinticuatro años— que todas las mujeres debían de comprender que el deporte es imprescindible para nuestro sexo. El es la eliminación de muchas cosas perjudiciales para nuestra naturaleza, especialmente en la pubertad. Y no solamente las muchachas solteras: habían de hacerlo también las madres, que con el deporte se encontrarían mucho mejor y sería un sano estimulante para sus funciones augustas. Patrióticamente hay que desear que las mujeres practiquen el deporte sin excepciones; eso nos tendría fuertes de cuerpo y rebosantes de optimismo. Y si no, vea usted el aspecto de ese plantel de muchachas, orgullo del Artabro H.C. que son por su figura arrogante y su espléndida belleza ahita de salud la admiración de Galicia entera. No piensan más que en el deporte, sienten la feminidad como la más delicada y sutil de las mujeres, conocen con rara perfección las obligaciones de una mujer de su casa, no les extraña ninguna labor delicada del hogar. Estudian y perfeccionan con todo cuidado su parte intelectual, pero después huyen del local cerrado y como una bandada de gorriones vienen aquí a cultivar el deporte, que es, en fin de cuentas, la salud, el optimismo y la naturaleza joven en toda su esplendidez. 

Maruca Allones, además de una gran deportista y maravillosa mujer de hogar, es una gran irónica. Cometemos la inocente torpeza de intentar descubrir el rincón de sus esperanzas sentimentales. La capitana del Artabro abre a la burla exquisita su risa brillante y toca el silbato, que pone en pie, como movidas por una descarga eléctrica, a todas las jugadores del famoso club gallego de hockey. 

Mientras sigue el "cruel" entrenamiento de sus discípulas, esta flor del señorío coruñés nos mira da arriba abajo, ríe sin cesar y exclama, plena de sinceridad: 

—Ni hay rondador ni tengo tiempo para noviazgos. ¿Quién piensa en casarse? No llegó mi ocasión, la sincera ocasión que todas las mujeres esperamos, que ley natural de la vida es formar un hogar... Pero mientras llega el galán soñado, aquí estoy entregada por completo al deporte. 


José Quilez Vicente
Estampa, 25 de julio de 1936









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