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3403. Antiguos camaradas


Concha Zardoya en la sede de Cultura Popular. Valencia, octubre de 1937


Yo no he olvidado sus nombres
ni el color de sus ojos,
ni sus pasos, ni la adolescente alegría
en sus pechos reclinada.

Ellos lo saben, lo saben,
en el hoyo profundo de la nada
sin estrellas y sin ángeles.

Con su mirar extinto de antiguos compañeros
contemplan mi amargura y mi dicha consumida,
bajo el triste cielo de la guerra iracunda.

Contemplan mi corazón de llanto rodeado,
de negros pájaros mudos,
y los guijarros de mis lágrimas
ardientemente lavados por el recuerdo.

Ellos saben que sufro,
que la angustia mis sienes fustiga,
su danza de misterio bailando
sin ajorcas ni corona de mirto.

Habéis caído en la guerra,
con la soledad como nimbo,
camaradas
de dulces manos fraternales,
hermanos de los días felices.

Habéis caído en la guerra,
con la mirada encendida y el corazón
en alto,
con los tiernos ojos jóvenes
el ángel de la muerte invocando
y la gloria, desvelada gacela.

Vuestros nombres se adelgazan
en el viento,
pero vuestros brazos crecen paralelos
diariamente
para encontrarme en todas partes,
lo mismo que a los viejos árboles
que amabais en la Tierra.

Quizá no os sea imposible volver
a ver el mar
a través de mis ojos,
ni a los niños que con nosotros jugaban
en la plazuela del barrio,
ni los naranjos, ni las constelaciones...

Aquí estoy, hundida en la distancia,
en la larga espera temblando.
en la ventana que mira a la muerte
recostada,
invocando los nombres de mis viejos amigos...


Concha Zardoya
Hora de España XIX, Julio de 1938






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