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1911. Carabanchel, el derribo de la vergüenza



De Jesús Rodríguez, de Salvemos Carabanchel, para Búscame en el ciclo de la vida


El libro "Carabanchel, el derribo de la vergüenza" recoge, en fotografías y reseñas informativas, la historia de los últimos diez años de la cárcel de Carabanchel.

El enorme complejo penitenciario, que ocupaba una enorme parcela de más de 170.000 metros cuadrados al suroeste de la ciudad de Madrid, fue vaciado a finales del año 1998. Tras más de siete años cerrado y protegido, se abandona su vigilancia por parte del Ministerio del Interior. Comienzan entonces numerosos accesos a su interior que son tratados con indiferencia por los responsables legales del edificio.

Es entonces cuando el autor del libro accede por primera vez a su interior. Aquel monumental inmueble cuya fealdad externa había dominado desde 1944 el paisaje de los barrios próximos muestra su impresionante interior, cambiando totalmente la percepción personal sobre su fisonomía. Las innumerables dependencias, las gigantescas galerías y, sobre todo, la espectacular cúpula central convencen a cualquier visitante de la necesidad de su conservación.

Quedaba claro que la larga historia de la prisión, posiblemente el más destacado Lugar de Memoria del Estado, donde miles de personas fueran encerradas injustamente y/o en durísimas condiciones albergaba en sí misma el espacio idóneo para ser mostrada, recordada y homenajeada. Era una opinión en que coincidían todos los que, en los meses posteriores, tuvieron la oportunidad de visitar el "vientre de aquella bestia".

Conscientes de la excepcionalidad del edificio, no fue sólo el autor quien capturó en fotografías los rincones y dependencias que ahora eran accesibles. También aprovecharon la ocasión decenas de grafiteros que convirtieron las paredes en un verdadero museo de sus obras; por otro lado, chatarreros y personas humildes extrajeron todo lo que podía ser susceptible de venta. Incluso, en sus últimos días, llegó a ser el modesto hogar de inmigrantes sin recursos. Con su acción, se transformaba, día a día, el aspecto de la prisión. Nadie esperaba que el deterioro superficial que provocaron fuera, meses después, el falso argumento esgrimido para justificar el derribo total.

La noticia de que Carabanchel estaba "abierta" congregó asimismo a ex-presos deseosos de volver a recordar sus días de encierro; y expertos en arte e investigadores que apoyaron sin dudarlo la propuesta de mantenimiento de una pequeña parte de las instalaciones como espacio cultural y de Memoria.

Por supuesto, también vecinos, ciudadanos de Madrid, que entendieron desde el principio que, en sus cercanías, tenían una extraordinaria oportunidad para compensar, por fin, el estigma de la convivencia, durante sesenta y cuatro años con el tristemente conocido penal. Vecinos que, a través de las combativas asociaciones de la zona, desde que se anunció el cierre de la cárcel reclamaban que se aprovechasen los terrenos para la construcción de equipamientos necesarios en la zona, unieron a su reivindicación ese deseo de conservación del elemento más significativo de la prisión, su cúpula, para destinarlo a espacio memorial y cultural.

Y casi lo logran... casi lo logramos.

Lamentablemente, el gran esfuerzo realizado, con incontables escritos, reuniones, manifestaciones, peticiones, encuentros, visitas guiadas, entrevistas, artículos... no sirvió de nada. Quienes, unos meses antes, prometían que instalarían en Carabanchel el "Guggenheim madrileño" que equilibraría la ciudad cerraban las puertas a cualquier diá logo, obcecados en el inmediato rendimiento urbanístico que obtendrían para, con el beneficio de la venta, ¡construir nuevas cárceles!

La creciente atención que conseguimos atraer hacia Carabanchel, en el otoño de 2008, tuvo como respuesta una sorprendente aceleración de trámites administrativos, adjudicaciones y obras de derribo que, en un último acto de cobardía, llevó al desgarro irreparable de la cúpula en plena noche del viernes 24 de octubre, fuera de todo horario permitido. Así se cortaba de raíz la protesta ciudadana.

El libro intenta transmitir, por un lado, a través de las imágenes, la pérdida de una patrimonio arquitectónico excepcional demostrando, con las mismas, la falacia de su pretendida ruina. Casi doscientas fotografías, inéditas en su mayoría y únicas las correspondientes a las jornadas de la demolición.

Por otro lado, la narración imparcial de los hechos y los resúmenes de las noticias publicadas pretenden que el lector conozca la crónica de una intensa lucha en la que Ciudadanía y Memoria se unieron para intentar impedir EL DERRIBO DE LA VERGÜENZA.


Nota final: Actualmente (abril de 2016), siete años después de que las máquinas terminaran de arrasar Carabanchel, el solar se encuentra totalmente abandonado. 

No han hecho nada.




Estado actual del solar donde estuvo la Cárcel de Carabanchel









4 comentarios:

  1. Dos veces me encerró la dictadura en esa cárcel, ahora demolida. ¡No podrán demoler la memoria!

    Salud!

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    1. Pueden negar el pasado
      Pueden liquidar la Memoria
      No pueden enterrar nuestra voz
      No pueden imponer el olvido
      Salud Loam!

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  2. No conseguimos que se mantuviera en pie, Loam. Lo sentimos, pero, de verdad, seguimos convencidos de que no pudimos hacer más. Lo más indignante es que, tras ese derribo apresurado, NO HAN HECHO NADA.
    Cubierta en luto naciste
    negra cabeza erguida,
    más alta ahora que en vida,
    con tu memoria resiste.
    La sombra oscura que diste
    apagan porque ilumina
    la lucha que no se olvida
    si tu memoria resiste.
    Caída y en pie seguiste
    no sabe quien te derriba
    que muerta estarás más viva
    ¡Y tu memoria resiste!
    (Poema de Iván R Muñoz)

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    1. La demolición de Carabanchel es una iniquidad más de las muchas que la vergonzosa "Transición" trajo consigo. Sé que Salvemos Carabanchel hizo lo que pudo por evitarlo.

      Cierra las puertas, echa la aldaba, carcelero.
      Ata duro a ese hombre: no le atarás el alma.
      Son muchas llaves, muchos cerrojos, injusticias:
      no le atarás el alma.

      (Miguél Hernández)

      ..."no le atarás el alma", ni encerrarás su memoria.

      Salud!

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