“No basta que callemos,
y además no es
posible…”
Luis Rosales
María Torres / 4 agosto 2011
Aquel sofocante mes de agosto de 1939, apenas un mes
después de acabar la Guerra de España, a través de las emisoras de radio de Madrid
se escuchaba de forma continuada una consigna: “Españoles, alerta.
España sigue en pie de guerra contra todo enemigo del interior o del exterior,
perpetuamente fiel a sus caídos. España, con el favor de Dios, sigue en marcha,
una, grande, libre, hacia su irrenunciable destino…”, y Franco no
dejaba de advertir en sus discursos: “Juro aplastar y hundir al que se
interponga en nuestro camino”.
Las advertencias del pequeño dictador se convirtieron
en órdenes y hechos. Más de 190.000 personas fueron asesinadas por el
franquismo bajo el intento de enmascaramiento y legitimación como
juicios-farsa, o murieron en prisión en circunstancias aún no esclarecidas.
Entre los detenidos de aquel mes de agosto, trece
jóvenes mujeres acusadas de haber atentado contra el Coronel de la Guardia
Civil, Isaac Gabaldón, (inspector de policía militar de la 1ª Región Militar y
encargado del Archivo de Masonería y Comunismo) su hija y su chófer, el
27 de julio anterior.
Más asfixiante era el ambiente de la cárcel de ventas,
donde convivían hacinadas 4000 presas, cuando el espacio real era para
cuatrocientas. Allí llevaron a las trece jóvenes desde la comisaria de la calle
Jorge Juan, donde fueron interrogadas de madrugada para impedirles el sueño,
obligándolas a confesar el atentado que no habían cometido. Después, los gritos
estremecedores de las que pasaban por los baños de agua fría y las anillas
eléctricas.
Sus nombres: Ana López Gallego, Victoria Muñoz
García, Martina Barroso García, Virtudes González García, Luisa Rodríguez
de la Fuente, Elena Gil Olaya, Dionisia Manzanero Sala, Joaquina López Laffite,
Carmen Barrero Aguado, Pilar Bueno Ibáñez, Blanca Brisac Vázquez, Adelina
García Casillas y Julia Conesa Conesa. Trece mujeres con una vida corriente,
profesiones corrientes: sastras, amas de casa, una de ellas pianista, otra
secretaria. Todas militaban en la JSU menos Blanca Brisac. Mujeres valientes y
comprometidas que eligieron luchar y defender la II República española,
desempeñando diversas labores durante la defensa de Madrid.
El 3 de agosto las trece, siete de ellas menores de
edad, fueron juzgadas en el Tribunal de las Salesas, encontrándolas
culpables de un delito de adhesión a la rebelión, por tratar de recomponer el
PCE y las JSU y por atentar contra el orden social y jurídico de la nueva
España. El fallo del tribunal militar fue la pena de muerte.
Las trece mujeres vivieron en el dolor hasta la
madrugada del 5 de agosto, cuando fueron recogidas por un camión para ser
llevadas hasta el paredón de la muerte: las tapia del cementerio del Este,
donde fueron ejecutadas junto con 43 hombres.
Salieron de la cárcel de dos en dos y tres guardias
escoltaban a cada pareja, acompañadas de la funcionaria María Teresa Igual.
Sabían que se dirigían hacia la muerte, pero iban tranquilas e ilusionadas,
pues pensaban que iban a encontrarse con sus novios o maridos, también presos y
condenados, antes de ser ejecutadas. Pero lo que se
encontraron fue que éstos ya habían sido fusilados, como lo serían
ellas minutos más tarde.
Julia Conesa Conesa, tuvo tiempo de escribir una carta
a su familia, el que sería su último mensaje:
“Madre, hermanos, con todo el cariño y entusiasmo os
pido que no me lloréis nadie. Salgo sin llorar. Me matan inocente, pero muero
como debe morir una inocente. Madre, madrecita, me voy a reunir con mi hermana
y papá al otro mundo, pero ten presente que muero por persona honrada. Adiós,
madre querida, adiós para siempre. Tu hija, que ya jamás te podrá besar ni
abrazar. “Que mi nombre no se borre en la historia”.
Blanca Brisac Vázquez, le dirigió esta carta a su
hijo:
"Querido, muy querido hijo de mi alma,
En estos últimos momentos tu madre piensa en ti. Sólo
pienso en mi niñito de mi corazón que es un hombre, un hombrecito, y sabrá ser
todo lo digno que fueron sus padres. Perdóname, hijo mío, si alguna vez he
obrado mal contigo. Olvídalo hijo, no me recuerdes así, y ya sabes que bien
pesarosa estoy.
Voy a morir con la cabeza alta. Sólo por ser buena: tú
mejor que nadie lo sabes, Quique mío. Sólo te pido que seas muy bueno, muy
bueno siempre. Que quieras a todos y que no guardes nunca rencor a los que
dieron muerte a tus padres, eso nunca. Las personas buenas no guardan rencor y
tú tienes que ser un hombre bueno, trabajador. Sigue el ejemplo de tu papachín.
¿Verdad, hijo, que en mi última hora me lo prometes? […] Enrique, que no se te
borre nunca el recuerdo de tus padres. Que te hagan hacer la comunión, pero
bien preparado, tan bien cimentada la religión como me la enseñaron a mí. Te
seguiría escribiendo hasta el mismo momento, pero tengo que despedirme de
todos. Hijo, hijo, hasta la eternidad. Recibe, después de una infinidad de
besos, el beso eterno de tu madre"
El asesinato de las 13 Rosas fue sin duda uno de los
episodios más crueles de la represión franquista y el más conmovedor de aquel
tiempo de odio y fascismo. El dictador se cebó especialmente con las
mujeres, e hizo todo lo posible por destruir el espíritu de libertad que la República
había creado para éstas.
Sus nombres no se han borrado en
la Historia. Entraron en ella la madrugada del 5 de agosto de 1939 y
se han quedado tatuados definitivamente en la Memoria y en nuestros
corazones.
In memoriam de Trece Rosas, Trece Mujeres, Trece
Vidas.
Carmen Barrero Aguero (20
años, modista). Trabajaba desde los 12 años, tras la muerte de su padre, para
ayudar a mantener a su familia, que contaba con 8 hermanos más, 4 menores que
ella. Militante del PCE, tras la guerra, fue la responsable femenina del
partido en Madrid. Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
Martina Barroso García (24
años, modista). Al acabar la guerra empezó a participar en la organización de
las JSU de Chamartín. Iba al abandonado frente de la Ciudad Universitaria a
buscar armas y municiones (lo que estaba prohibido). Se conservan algunas de
las cartas originales que escribió a su novio y a su familia desde la prisión.
Blanca Brisac Vázquez (29
años, pianista). La mayor de las trece. Tenía un hijo. No tenía ninguna
militancia política. Era católica y votante de las derechas. Fue detenida por
relacionarse con un músico perteneciente al Partido Comunista. Escribió una
carta a su hijo la madrugada del 5 de agosto de 1939, que le fue entregada por
su familia (todos de derechas) 16 años después. La carta aun se conserva.
Pilar Bueno Ibáñez (27 años,
modista). Al iniciarse la guerra se afilió al PCE y trabajó como voluntaria en
las casas-cuna (donde se recogía a huérfanos y a hijos de milicianos que iban
al frente). Fue nombrada secretaria de organización del radio Norte. Al acabar
la guerra se encargó de la reorganización del PCE en ocho sectores de Madrid.
Fue detenida el 16 de mayo de 1939.
Julia Conesa Conesa (19 años,
modista). Nacida en Oviedo. Vivía en Madrid con su madre y sus dos hermanas.
Una de ellas murió de pena (por la muerte de su novio en las guerrillas)
estando ella detenida. Se afilió a las JSU por las instalaciones deportivas que
presentaban a finales de 1937 donde se ocupó de la monitorización de estas.
Pronto se empleó como cobradora de tranvías, ya que su familia necesitaba
dinero, y dejó el contacto con las JSU. Fue detenida en mayo de 1939 siendo
denunciada por un compañero de su "novio". La detuvieron cosiendo en
su casa.
Adelina García Casillas (19
años). Militante de las JSU. Hija de un guardia civil viudo. Le mandaron una
carta a su casa afirmando que sólo querían hacerle un interrogatorio rutinario.
Se presentó de manera voluntaria, pero no regresó a su casa. Ingresó en prisión
el 18 de mayo de 1939.
Elena Gil Olaya (20 años).
Ingresó en las JSU en 1937. Al acabar la guerra comenzó a trabajar en el grupo
de Chamartín.
Virtudes González García (18
años, modista). Amiga de María del Carmen Cuesta (15 años, perteneciente a las
JSU y superviviente de la prisión de Ventas). En 1936 se afilió a las JSU,
donde conoció a Vicente Ollero, que terminó siendo su novio. Fue detenida el 16
de mayo de 1939 denunciada por un compañero suyo bajo tortura.
Ana López Gallego (21 años,
modista). Militante de las JSU. Fue secretaria del radio de Chamartín durante
la Guerra. Su novio, que también era comunista, le propuso irse a Francia, pero
ella decidió quedarse con sus tres hermanos menores en Madrid. Fue detenida el
16 de mayo, pero no fue llevada a la cárcel de Ventas hasta el 6 de junio. Se
cuenta que no murió en la primera descarga y que preguntó "¿Es que a mi no
me matan?".
Joaquina López Laffite (23
años). En septiembre de 1936 se afilió a las JSU. Se le encomendó la secretaría
femenina del Comité Provincial clandestino. Fue denunciada por Severino
Rodríguez (número dos en las JSU). La detuvieron el 18 de abril de 1939 en su
casa, junto a sus hermanos. La llevaron a un chalet. La acusaron de ser
comunista, pero ignoraban el cargo que ostentaba. Joaquina reconoció su
militancia durante la guerra, pero no la actual. No fue conducida a Ventas
hasta el 3 de junio, a pesar de ser de las primeras detenidas.
Dionisia Manzanero Salas (20
años, modista). Se afilió al Partido Comunista en abril de 1938 después de que
un obús matara a su hermana y a unos chicos que jugaban en un descampado. Al
acabar la guerra fue el enlace entre los dirigentes comunistas en Madrid. Fue
detenida el 16 de mayo de 1939.
Victoria Muñoz García (18
años). Se afilió con 15 años a las JSU. Pertenecía al grupo de Chamartín. Era
la hermana de Gregorio Muñoz, responsable militar del grupo del sector de
Chamartin de la Rosa. Llegó a Ventas el 6 de junio de 1939.
Luisa Rodriguez de la Fuente (18
años, sastra). Entró en las JSU en 1937 sin ocupar ningún cargo. Le propusieron
crear un grupo, pero no había convencido aun a nadie más que a su primo cuando
la detuvieron. Reconoció su militancia durante la guerra, pero no la actual. En
abril la trasladaron a Ventas, siendo la primera de las Trece Rosas en entrar
en la prisión.
hola¡...he descubierto tu blog a través de Rewiev Praxis Sociológica...y estoy encantada
ResponderEliminarMuchas gracias Glo y bienvenid@ a este espacio de resistencia y Memoria. Un abrazo.
ResponderEliminarEn la foto aparecen las actrices que interpretaron la película. Es un material promocional. Que es parecido, pero no es lo mismo...
ResponderEliminarAsi es Loli, pero no existen fotografías de las trece. Por ello consideramos que aunque no sea igual, la fotografía de la película que cuenta su historia, también las representa.
Eliminar<< Ciertamente,sus nombres libertarios quedaron tatuados en nuestra memoria y en nuestro corazón >>
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