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3511. Antonio García Hevía, deportado nacido en Hontoria de Cerrato. Negativa y silencio de un alcalde del PP para evitar la colocación de una stolpersteine en su recuerdo

 


 

Nacidos o vecinos de la provincia de Palencia hubo 30 deportados (29 hombres y una mujer) a campos de concentración nazis. De ellos, 19 fueron asesinados allí (16 de ellos en Gusen/Mauthausen, 2 en Sachsenhausen y el restante en Dachau), 10 fueron liberados con vida y de otro no se tienen datos.

 

A pesar de que han pasado ya más de ochenta años de estas muertes, nunca se ha hecho ningún homenaje ni acto de reconocimiento a ninguno de ellos, ni individuales ni colectivos, en la provincia palentina. En agosto de 2019 el grupo de IU en la Diputación de Palencia y en mayo de 2021 el grupo municipal de Ganemos en el ayuntamiento de la capital propusieron sendos homenajes a estas víctimas; ninguna de ambas propuestas se llevó a cabo por el voto en contra o el no apoyo del resto de los grupos políticos en cada caso.

 

A finales de 2024 la ARMH de Palencia en unión del grupo de familiares de ANTONIO GARCÍA HEVIA (apoyados por el grupo municipal de IU) solicitó al ayuntamiento de Hontoria de Cerrato (Palencia), de donde era natural Antonio, la cesión de un local para un acto de reconocimiento y la autorización para la colocación en el citado municipio de un “adoquín de la memoria” en recuerdo del deportado local asesinado en Gusen (Austria).

 

Desde el primer momento el alcalde de Hontoria de Cerrato, el popular Juan Antonio Abarquero se mostró en desacuerdo con la celebración de estos actos (y, al menos en dos ocasiones, manifestó en privado, una frente al representante de la ARMH y otra frente a los familiares, que mientras él fuese el alcalde, en su pueblo no se iba a celebrar ningún acto de este tipo) y desde entonces no ha hecho más que recurrir a tácticas dilatorias para dificultar y retrasar en lo posible la posible celebración del homenaje. Tácticas tales como no aceptar la recepción del escrito de solicitud por un defecto de forma (que se podría haber subsanado al momento) o exigir a los familiares que demostrasen su parentesco con el deportado cuando todas las partidas de nacimiento necesarias están en poder del propio ayuntamiento y se pueden comprobar en unos minutos; entre otras.

 

ANTONIO GARCÍA HEVIA nació en la calle El Palacio de Hontoria de Cerrato el 13 de junio de 1898, hijo y nieto de pastores originarios de Baltanás (que en esos años y con esa ocupación sabían todos leer y escribir). A partir de ese momento se pierde todo rastro documental (sus padres volvieron años más tarde a residir a Baltanás -la frecuente itinerancia entre pueblos próximos era algo muy habitual entre los pastores castellanos debido a su trabajo- y sólo una hermana suya, Catalina, continuó en Hontoria de Cerrato al casarse con Ciriaco Gutiérrez, pastor local. De este matrimonio descienden los familiares de Antonio que están reclamando el homenaje, ya que Antonio no tuvo descendencia) y no volvemos a saber nada de él hasta principios de los años 30 cuando aparece residiendo en la Colonia de Tormos, en Alcalá de Gurrea (Huesca), donde vivían (muchos de ellos con sus familias) los numerosos trabajadores que construían la presa de La Sotonera. En esta colonia y en este trabajo sorprende a Antonio el golpe de estado y la posterior Guerra Civil.

 

Todos los indicios apuntan a que Antonio no combatió en la citada guerra, primero por su edad (38 años) y segundo porque su nombre no aparece en ninguno de los archivos españoles como combatiente en el conflicto.

 

La llegada de la guerra trajo consigo una enorme y brutal represión sobre los trabajadores de la presa (mayoritariamente anarquistas) que fueron asesinados o encarcelados, aunque alguno, entre ellos Antonio, consiguió llegar a la zona republicana. Tampoco sabemos su papel en los siguientes tres años, aunque todo apunta a que apoyó al gobierno legal, lo que trajo consigo que se viese obligado a exiliarse en Francia (probablemente a través de la frontera catalana) para salvarse de la represión fascista, ya fuese en forma de prisión o de fusilamiento.

 

Ya en Francia es encuadrado (junto con algunos compañeros suyos de la Colonia de Tormos que corrieron su misma suerte hasta el final) en una Compañía de Trabajadores Extranjeros en Los Vosgos, la 88ª u 89ª CTE. El 20 de junio de 1940 todos ellos fueron capturados por el ejército nazi y trasladados a stalags (campos de prisioneros) ya en territorio alemán. Concretamente Antonio García Hevia fue internado en el stalag XI-B Fallingbostel hasta que el gobierno golpista español manifestó a sus aliados nazis (a consulta de estos últimos) que estos prisioneros republicanos “no eran españoles”.

 

Tras esta respuesta del gobierno de Franco todos estos prisioneros fueron deportados a campos de concentración nazis. La mayoría de ellos, Antonio incluido, al de Mauthausen (Austria). El cinco de septiembre de 1940 Antonio García Hevia, con el número de prisionero 41717, partió en un convoy hacia Mauthausen junto con otros 201 compatriotas republicanos (151 de ellos fueron finalmente asesinados, 126 en Gusen).

 

El 8 de septiembre de 1940 llegaron todos ellos a Mauthausen. A Antonio le tomaron sus datos (y gracias a estos datos conocemos su final y su vinculación con Ciriaco Gutiérrez, casado con su hermana Catalina) y le asignaron el número de prisionero 4361.

 

La terrible dureza del trabajo y de las condiciones de vida en este campo, sumado a su edad, trajo consigo que el 24 de enero de 1941 fuese trasladado al campo auxiliar de Gusen (donde iban a parar, para morir, los prisioneros que por su estado ya no eran útiles para el durísimo trabajo del campo), con su nuevo número de prisionero, 9259, permaneció allí hasta el 9 de julio de ese mismo año, cuando falleció.

 

Desde 1992 se han colocado más de 100.000 adoquines de la memoria (stolpersteine en alemán) en 29 países. En España, con alrededor de 7.500 deportados asesinados, ya hay colocados más de 500. Concretamente en Castilla y León, con 381 muertos, hay ya más de 60 stolpersteine instalados.

 

Este sencillo acto de reconocimiento y homenaje es lo que los familiares de Antonio, junto a la ARMH Palencia e IU de Hontoria de Cerrato, pretenden hacer en su pueblo natal si el PP y su alcalde no consiguen impedirlo.

 

El último pleno ordinario en el citado ayuntamiento se celebró el pasado mes de diciembre. En dicha sesión el alcalde de Hontoria de Cerrato se negó a incluir este tema en el orden del día, como tampoco respondió al concejal de IU en el turno de Ruegos y Preguntas ni atendió a las demandas de los familiares de Antonio allí presentes.

 

El próximo pleno ordinario deberá de celebrarse durante este mes de marzo. Aún no sabemos ni la fecha ni los puntos del orden del día. Si nuestra solicitud no está incluida en ese orden, los concejales de IU volverán a recabar información en su turno de Ruegos y Preguntas. Si transcurrido este pleno no tenemos una respuesta a nuestra solicitud recurriremos a los medios que la administración pública nos ofrece, concretamente el Defensor del Pueblo y la Secretaría de Memoria Histórica, a nivel estatal, y el Procurador del Común, a nivel autonómico.


 

ARMH PALENCIA

Ángel Redondo





3510. Mi libertad paso a paso. La historia del deportado cántabro Victoriano Estalayo Montes

 

«Todos los crímenes tienen perdón, y hallan indulgencia,

menos el crimen de echar a los hombres de su tierra.»

José María Quiroga Plá

 

 

 

Conocí a Fernando Rodríguez Estalayo una tarde de invierno de 2019 en Negreira, donde acudí para impartir una conferencia sobre los pontevedreses deportados a los campos nazis. Desde el primer momento me sorprendió su interés sobre este asunto y pronto descubrí, a través de sus palabras, que era familiar de un deportado y de que había movido cielo y tierra para intentar recomponer la triste historia de su tío Victoriano Estalayo Montes, un cántabro nacido en Las Rozas de Valdearroyo en 1913, panadero de profesión, que fue asesinado en Gusen a los 28 años.

 

Recomponer la vida de una víctima no es tarea fácil, pero Fernando, tras años de investigación y trabajo, pudo culminar lo que era uno de los objetivos de su vida y un homenaje para su tío Victoriano: publicar una novela con su historia bajo el título de Perro Rojo. De Cantabria a Mauthausen en busca de la libertad, editada por Letra Minúscula en 2022.

 

Ahora, con este libro que tengo el honor de prologar, va más allá. Victoriano ya no es el personaje de una novela, es el actor principal de la historia real de lucha, vida y muerte de un joven panadero, militante de las Juventudes Socialista Unificadas, que tras el golpe de estado de julio de 1936 se incorpora a las milicias para defender el gobierno elegido democráticamente por el pueblo español, que alcanza el grado de sargento del ejército republicano luchando en el Frente Norte, y que tras la caída de Santander fue hecho prisionero por los franquistas y confinado en uno de sus campos de concentración del que posteriormente se fuga para incorporarse de nuevo a las filas de la República con las que combate en la Batalla del Segre alcanzando el grado de Teniente.

 

Tras la caída de Cataluña, Victoriano cruza la frontera francesa como tantos otros exiliados, huyendo de la represión franquista, en busca de una libertad incierta y con la tibia esperanza de iniciar una nueva vida. Pero ni tan siquiera esto le fue permitido. Nada más cruzar la frontera  fue encerrado en el Campo de Septfonds, (conocido como Camp de Judes), creado con urgencia en febrero de 1939 en la ciudad del mismo nombre perteneciente al departamento de Tarn y Garona. Según relataba Mariano Marcos, uno de los prisioneros, «las condiciones de éste  campo eran deplorables, y los prisioneros estaban a merced de enfermedades, piojos y de vivir en barracones hacinados, junto a las ratas que se paseaban sin pudor y que nos obligaban por las noches a taparnos por completo hasta la boca, si no queríamos que las ratas nos hicieran cosquillas en la cara

 

Francia había pedido formar una "zona neutral" en territorio español donde pudieran establecerse los refugiados republicanos bajo supervisión internacional, evitando abrir así los pasos fronterizos a varios miles de civiles españoles, pero Franco rechazó la propuesta. El falangista José Esteban Vilaró explicaría después en su libro El ocaso de los dioses rojos el deseo del dictador: «Los rojos sobrevivirán sólo en la infamia, antes de que desaparezcan del imaginario colectivo y de los anales de la historia para siempre. Ellos se marchitarán sin gloria por los más remotos lugares del mundo. Es, al fin y al cabo, la historia de todos los emigrados […] La historia de todos los emigrados es la historia de un lento desaparecer sin gloria.»

 

Malditas las democracias europeas responsables de la catástrofe; maldito Franco que no se conformó con la victoria y decidió la aniquilación de los perdedores; maldita Francia que no socorrió a estas personas, denominando La Retirada como «invasión de bandidos y asociales españoles, asesinos de religiosos y gentes de orden», internándoles como ganado en condiciones deplorables. 

 

Desde abril de 1938 Édouard Daladier, estaba al frente de la jefatura del gobierno francés. Fue Daladier quien en septiembre de ese mismo año firmó los acuerdos de Munich, que suponían la anuencia a la anexión de Austria por la Alemania nazi y la cesión ante sus pretensiones en Checoslovaquia. Y también fue el gobierno de Daladier quien en noviembre de 1938 aprobó un decreto que permitía el internamiento de "extranjeros indeseables" bajo vigilancia permanente por el peligro que pudiesen representar para el Estado. Los "indeseables", "la escoria española", como eran denominados por muchos franceses, aquellos que también lucharían contra el nazismo para liberar Francia, se encontraron con que el territorio de su recién iniciado exilio era una playa. Llegaban exhaustos tras caminar varios días, con las manos vacías, hambrientos, y muchos enfermos o heridos. Habían perdido una guerra y tras la alambrada de espino perderían la libertad.

 

Con 26 años y agotado tras tres años de dura guerra, Victoriano comprobó que su recién estrenado exilio era similar a los campos de prisioneros en los que estuvo internado en España, sometido a un régimen de miseria, hambre, sed, frío y humillación. Además fue coaccionado por las autoridades francesas para regresar a España y para evitarlo terminó enrolándose en la 11ª Compañía de Trabajadores Extranjeros, una de las muchas unidades militarizadas al servicio del ejército francés, a las que se envió a los exiliados para acondicionar y mantener la que decían "inexpugnable" línea Maginot, 400 kilómetros de frontera que les separaban de la inminente invasión nazi y donde cayeron prisioneros miles de españoles que más tarde serían deportados a los campos de concentración del III Reich.

 

Desde Septfonds, el 29 de marzo de 1939, Victoriano, enterado de que México estaba dispuesto a acoger a los republicanos españoles que huyendo del franquismo se habían refugiado en Francia, escribió a la Legación de los Estados Unidos Mexicanos en París solicitando ayuda para poder llegar a México, pero esa ayuda y los pocos dólares que necesitaba para el traslado, nunca llegaría.

 

Victoriano Estalayo cayó prisionero del ejército alemán en Dunkerque en mayo de 1940. Trasladado al stalag de Trier, un campo de prisioneros de Guerra, más tarde sería deportado al campo de los españoles: Mauthausen,  campo de concentración establecido tras la anexión de Austria por parte de Alemania. Se construyó cerca de una cantera abandonada junto al Danubio, a cinco kilómetros de la ciudad del mismo nombre.  A principios de 1941 los nazis calificaron a Mauthausen como el único campo de categoría III, la categoría reservada a los campos de régimen más duro. Según un decreto oficial, Mauthausen estaba reservado a los prisioneros "culpables de acusaciones realmente graves, incorregibles, asociales y convictos por causas criminales, es decir, gente en custodia preventiva, con pocas probabilidades de poder ser reeducada".

 

Mauthausen llegó a administrar más de sesenta subcampos por todo el norte de Austria, donde miles de prisioneros tuvieron que trabajar hasta la muerte. Especialmente duro fue el subcampo de Gusen denominado “el matadero”, y en el que pereció la gran mayoría de españoles.

 

Victoriano fue transferido a Gusen, esclavizado en su terrible cantera, y pereció tras un sufrimiento inconmensurable el 30 de noviembre de 1941, cuando solo tenía 28 años.

 

Durante la Segunda Guerra Mundial, el régimen nazi deportó a cientos de miles de personas de diferentes nacionalidades a campos de concentración, destinadas al trabajo esclavo y al exterminio. La idolología nazi condujo a la persecución sistemática y al asesinato planificado de millones de personas. Como se comprobó entonces, y en repetidas ocasiones posteriores, la estructura ética de una sociedad puede desplomarse con mucha facilidad.

 

Por eso es tan importante que reconstruyamos sus vidas y las demos a conocer, que hagamos Memoria y Justicia, que les devolvamos las capas de humanidad que les fueron arrebatadas por los nazis cuando fueron convertidos en tan solo un número.

 

Así lo hace Fernando Rodríguez Estalayo en este libro. Lleva años hilvanando la historia de su tío Victoriano, con la dignidad y el respeto que le otorga el sufrimiento padecido. Detrás de cualquier sufrimiento siempre hay una víctima y sus familiares. Y detrás de sociedad herida, al ritmo de un diapasón que va marcando sin tregua el paso del tiempo, solo existe una palabra: impunidad.

 

Por ello debemos ser conscientes de la fragilidad de la libertad de la que gozamos y de que tenemos el compromiso moral y la responsabilidad de no olvidar, porque en esta España tan precaria en memoria, tenemos que seguir insistiendo en que el olvido es inadmisible.

 

 

María Torres Celada

Investigadora histórica y memorialista

 

Vigo, 27 de enero de 2024

Día Internacional de Conmemoración en Memoria das Víctimas del Holocausto.

 

Prólogo de Mi libertad paso a paso. Victoriano Estalayo Montes, de Fernando Rodríguez Estalayo, marzo 2024


El libro será presentado en Santiago de Compostela el próximo 15 de mayo a las 19:30 horas en el Centro Internacional de Prensa de Galicia (Rúa Nova, 9)







3499. Indalecio González Gabriel


 

«
Ves en qué estado estoy, mañana ya no resistiré más, va a acabar conmigo, tengo que despedirme de ti, para mí se ha terminado. Si llegas a salir de este infierno, el mundo entero tiene que saber las atrocidades cometidas por los nazis… y por sus vasallos» (Indalecio González Gabriel)[1]

 

 

María Torres / 27 de enero de 2023

 

Hasta hace poco tiempo se creía que Indalecio González Gabriel había nacido en Santa Cruz de la Zarza, Toledo. Gracias a la investigación de Juan Crespo, de la Mesa de Deportados de Ocaña, y a las gestiones de Ana Esteban, ha sido posible conocer que la localidad natal de Indalecio es un municipio de Cuenca, Torrubia del Campo, que tristemente cuenta con otro deportado que pereció en Mauthausen: Ángel Espada Zamarra.

 

Con la esperanza de que más adelante se pueda ofrecer una completa biografía de Indalecio, y con el objeto de que vea la luz su historia en el Día Internacional de Conmemoración anual en memoria de las víctimas del Holocausto, trazo con urgencia la información disponible hasta la fecha, para recomponer la historia de un joven cuya corta vida se sitúa entre dos pueblos de Castilla-La Mancha, la Guerra de España y una Europa asolada por uno de los conflictos más terribles de todos los tiempos.

 

 

Indalecio de Torrubia

 

En Torrubia del Campo, el pueblo natal de mis antepasados, vino al mundo Indalecio González Gabriel el 1 de agosto de 1919. Nació en una vivienda de la calle Prior a las cinco de la mañana. Su padre Guillermo González Rodríguez, jornalero de 40 años, acudió raudo al Registro civil al día siguiente para dar constancia de su nacimiento. Su madre, Lauriana Gabriel García, tenía 39 años, y por ello es fácil suponer que Gabriel no era su primer hijo. Ambos eran naturales de Torrubia del Campo, al igual que los abuelos paternos (Bonifacio y Águeda) y los maternos (Isidoro y Celestina).

 

Más adelante, la familia se trasladó a Santa Cruz de la Zarza, posiblemente en busca de trabajo y de mejores condiciones de vida.

 

Aunque a la espera de documentarlo, es posible que Indalecio tuviera, al menos, dos hermanos: Manuel[2] y Leocadio[3], éste último campesino y cabo del Ejército de la República, que desapareció en la Guerra de España.

 

Indalecio no realizó el servicio militar obligatorio. Hubiera entrado en la Caja de Reclutas en 1939, pero la Guerra y el exilio se lo impidieron.

 

 

Guerra de España

 

Tras el golpe de Estado de los generales traidores contra el legítimo gobierno republicano, formó parte de las milicias de la República hasta el 1 de abril de 1937, que ingresó en el Instituto de Carabineros con destino a las Brigadas Mixtas de Carabineros.[4] Juan Pedro Yunta, archivero municipal de Santa Cruz de la Zarza, afirmaba que en 1938 era miembro de la Unidad Móvil de Carabineros en Olot (Gerona)[5], dato que no ha sido posible confirmar.

 

Las condiciones para ingresar en Cuerpo de Carabineros durante la Guerra eran ser español, tener entre dieciocho y veinticinco años de edad, de un metro sesenta y cinco centímetros de alto como mínimo y presentar un certificado de buena conducta y otro de lealtad de una organización política o sindical del Frente Popular.

 

Lo cierto que pendientes de indagar y recuperar su periplo en la Guerra de España, hay una imagen que le sitúa en la ciudad de Valencia en 1937, con mono de miliciano, y acompañado de varios santacruceros: Emilio Sánchez Aráez, Félix Valdeolivas, Miguel Sánchez, "El Opera", Antolín Peña Torrijos, Jesús Izquierdo del Moral, Joaquín Arias Loriente, Vitorio Gallo Teruel, Sotero Sotero Piqueras Arribas y Julián Figeroa Valencia.[6]

 

 

Exilio

 

Desconocemos cuándo pasó la frontera francesa y creemos que estuvo en el Campo de Argelés, que se enroló voluntario en la 9ª Compañía de Trabajadores Extranjeros del ejército francés con base en Embrún y así pudo abandonar el campo con destino a los Altos Alpes. Para conocer su periplo, reproducimos lo relatado por José Marfil Peralta en su libro He sobrevivido al infierno nazi:

 

«Con los camaradas que se han alistado nos instalamos en el cuartel. Esta vez de manera correcta. Tenemos mucha necesidad de higiene y además esta estancia nos va a permitir recuperar algo de fuerzas.

 

Una vez equipados subimos hacía un pequeño pueblo situado a dos mil metros de altitud donde vamos a construir una carretera estratégica y un puente. ¡El paisaje es magnífico!»

 

«Durante la estancia en el cuartel nos enteramos de la declaración de guerra, con lo que ahora nos encontramos en guerra contra la Alemania nazi. El estado mayor nos pregunta si queremos alistarnos voluntariamente mientras que dure la guerra. Toda la compañía se alista, sabemos que vamos a luchar contra el fascismo, ese fascismo que ya conocemos de nuestro país.»

 

Más adelante la Compañía recibe la orden de dirigirse hacia la frontera belga. Allí ayudan al 22 Regimiento de Ingenieros a terminar un Blockhaus, ya que según José Marfil el lado belga no tenía ninguna defensa fortificada.

 

«Al poco tiempo de instalarnos, los bombarderos del Reich, lanzan bombas sobre nuestra línea de defensa mientras que el ejército de tierra invade Bélgica. Los acontecimientos se precipitan, ahora la única solución para nosotros es replegarnos hacía Dunkerque a lo largo de la frontera belga.»

 

 

Prisionero de Guerra

 

Tras la invasión de Francia, varias compañías de trabajadores extranjeros se retiraron hacia Dunkerque. Alrededor de 1500 hombres pertenecientes a las mismas quedaron atrapados junto al ejército británico. La mayoría murieron o fueron hechos prisioneros, ya que ni por un momento, dentro de la operación Dynamo, se plantearon rescatar a los españoles de las CTEs, al no considerarles miembros del ejército francés.

 

Indalecio fue capturado por la Wehrmacht el 4 de junio de 1940, el mismo día que partía el último barco de rescate repleto de soldados en dirección al Reino Unido. Su detención figura en la Lista oficial de prisioneros de guerra franceses núm. 46 publicada en París el 30 de noviembre de 1940.[7]

 

Primero fue confinado en el stalag XIII-A en Núremberg y poco tiempo después trasladado al stalag VII-A ubicado al norte de la ciudad de Moosburg (Baviera), uno de los campos de prisioneros de guerra más grandes del antiguo Reich, donde quedó registrado con la matrícula 65066. Según los registros de Moosburg, al menos 451 españoles fueron prisioneros en ese campo, de los cuales 32 pertenecían a la Comunidad de Castilla-La Mancha.

 

Del 5 al 6 de agosto de 1940 los mandos del Stalag VII-A recibieron la orden de deportar 392 prisioneros españoles al KZ Mauthausen. Indalecio fue uno de ellos y pasó a engrosar el primer convoy de españoles que llegó al campo el 6 de agosto. Según datos facilitados por el investigador Juan Crespo, que ha estudiado a fondo los listados de ingresos, de los 392 prisioneros españoles del convoy que llegaron a Mauthausen, perecieron un total de 277 hasta la fecha de liberación del campo en mayo de 1945. 

 

 

Mauthausen / Gusen

 

A su llegada al campo de los españoles es registrado como carpintero de profesión y se le asigna la matrícula 3297. Apenas cinco meses después, el 24 de enero de 1941 es trasladado al infierno de Gusen, donde la esperanza de vida apenas superaba los tres meses, y le reasignan otro número de matrícula, el 9307.

 

Aquel 24 de enero de 1941, fue un día que quedó grabado en la memoria de los prisioneros de Mauthausen: «Ese día, un viernes, que se presentaba como una jornada más de sufrimiento en Mauthausen, los SS realizaron la primera gran selección entre prisioneros. El objetivo era hacer hueco para los dos grandes convoyes de republicanos que iban a llegar durante las siguientes 24 horas. Los oficiales nazis agruparon a los enfermos e inválidos en un extremo del campo. Después formaron al resto de los deportados para completar el cupo, cercano al millar, eligiendo entre los sanos a los hombres de mayor edad.» [8]

 

Cuando José Marfil, hijo de José Marfil Escalona, primer muerto español en Mauthausen, es transferido a Gusen el 21 de abril de 1941 se encuentra a Indalecio González Gabriel, al que no había vuelto a ver desde el repliegue hasta Dunkerque. A partir de su testimonio podemos recomponer una parte de la historia de Indalecio:

 

«Esta noche he visto a un detenido acercarse y con la mirada llena de tristeza decirme: “¡Marfil tú también!”. Es por su voz que lo he reconocido a este amigo de la Novena Compañía, con el que yo había tomado el hábito de salir el domingo en los tiempos del ejército. Físicamente no se puede reconocer, pertenece a la primera expedición del mes de julio y ocho meses de campo han hecho de él un despojo humano. El pobre me cuenta las peripecias que lo han traído aquí. Me describe los detalles, el fin trágico de nuestra compañía, todo esto me da un bajón, sobretodo porque hemos comprendido que nuestra estancia aquí se anuncia sombría. Por otra parte: ¿Se puede hablar aquí del futuro? El toque de queda suena y volviendo cada uno a su barraca prometemos reencontrarnos cada vez que sea posible en el mismo sitio.»

 

«Por la noche, después de pasar lista me encuentro con mi camarada de la Novena Compañía que me anuncia feliz que hace parte de los carpinteros del campo y que todas las tardes recibe una fiambrera suplementaria de sopa. “Mañana, me dice, vienes a buscarme y la compartiremos”. Estoy contento por él porque necesita recuperar muchas fuerzas. Al día siguiente, según lo convenido, voy a su encuentro. Veo de lejos que me espera con su fiambrera de sopa… pero el hambre es terrible y mientras me espera coge una cuchara de sopa, después otra y otra… sólo pude aprovechar las últimas cucharas. Esto dura así algunas semanas. Veo bien para él que desde que está en la carpintería todo ha cambiado a mejor evidentemente. Para mí también todo ha cambiado gracias a su amistad.»

 

José Marfil e Indalecio González hacen por verse cada vez que es posible. Y así describe el primero uno de sus últimos encuentros:

 

«Esta tarde es posible. Pero yendo a su encuentro lo percibo de lejos sin su fiambrera habitual. Al acercarme adivino en su mirada una inmensa tristeza casi con desesperación. Me anuncia que lo han echado de la carpintería. Estoy indignado de no poder hacer nada por él. “Ahora estamos los dos en el mismo barco” me dice él y añade: “Creo que debería inscribirme en el comando Asturias”. Le aviso que es muy arriesgado: “No te das cuenta que ese capo es un criminal, su comando es el peor que hay”. “Lo sé, pero te acuerdas que era mi mejor amigo, hemos hecho la guerra de España juntos en la misma unidad, los dos tenemos el mismo nombre y apellido aunque no seamos parientes. No creo que sea capaz de hacerme mal.»

 

La persona a la que se refiere es a Indalecio González González, apodado el “Asturias”, un minero asturiano que ejerció como kapo en Gusen. Fue condenado a muerte por crímenes de guerra y ejecutado en la horca en la prisión de Landsberg el 2 de febrero de 1949.

 

«Efectivamente ese Asturias era parte de nuestra Compañía y lo habíamos vivido como alguien muy amable. En esa época nos enseñaba a menudo la foto de su mujer y de sus hijos que estaban entonces en Francia. Un día que le dieron permiso, todos nosotros colaboramos para darle un poco de dinero. Con lágrimas en los ojos nos dio las gracias por nuestro gesto.

 

Mi amigo tenía razón no podía haber olvidado esa amistad. Confiando en ese recuerdo decide inscribirse en el comando de Asturias. Un poco inquieto voy a verle tres días más tarde. Habitualmente se encuentra cerca de nuestro punto de encuentro cerca del bloque. Como no le veo le pregunto a un camarada que me lleva junto a él. Está irreconocible. Ese capo desgraciado “su mejor amigo” ha decidido pura y simplemente eliminarlo.

 

Mi camarada me cuenta que se presentó a él con los brazos abiertos, confiando como con un antiguo amigo, con la esperanza de encontrar en su equipo un poco de protección en este infierno. Como respuesta, ese tipo repugnante lo previene sarcásticamente: “No cuentes conmigo, he decidido suprimir todos los testigos de mi pasado. Los alemanes van a ganar la guerra, tengo que hacerles ver que estoy con ellos: es la única forma de salir de aquí vivo, es la única manera de poder algún día ver a mi mujer y a mis hijos.”

 

Mi amigo desesperado al límite de su capacidad me dice, acurrucado en su colchón de paja: “Ves en qué estado estoy, mañana ya no resistiré más, va a acabar conmigo, tengo que despedirme de ti, para mí se ha terminado. Si llegas a salir de este infierno, el mundo entero tiene que saber las atrocidades cometidas por los nazis…y por sus vasallos.»

 

Esas fueron las últimas palabras de Indalecio González Gabriel. Era diciembre de 1941. El día 9, a las 04:40 horas fallece. Según los documentos nazis, la causa de la muerte se produce por «debilidad circulatoria». Su cuerpo fue cremado el 12 de diciembre. Tenía 21 años.

 

José Marfil, terminó este triste capítulo de la historia de Indalecio diciendo: «Escribo estas líneas pensando en él, es por él por el que hago este esfuerzo. Mi vida va ahora muy rápidamente hacía el final, pero si un día queda una sola imagen en mi memoria, será la de su sonrisa y su fiambrera tendida hacía mi hambre.»

 

En Memoria de Indalecio González Gabriel y de todas las personas que sufrieron la deportación.


¡Nunca más!


____________________


[1] Recogido en José Marfil Peralta: He sobrevivido al infierno nazi. Recuerdos, p. 54

[2] BDST-Guadalajara.  Caja 302956  - Expediente 66424

[3] CDMH. Pensiones: Muertos, desaparecidos e inválidos del Ejército de Tierra de la República. Caja 62, folio 362bis

[4] Gaceta de la República,  núm. 93  - 3 Abril 1937, p. 35

[5] Juan Pedro Yunta: En honor a la vida. Por la memoria de un santacrucero. 2013 Archivo Digital ACAME "Joaquín Arias")

[6] Fototeca de ACAME. Archivo visual de Santa Cruz de la Zarza

[7] Gallica. Biblioteca Nacional de Francia

[8] Hernández de Miguel Carlos: Los últimos españoles de Mauthausen, p. 208





3182. KL Mauthausen. Entradas del 6 y del 9 de agosto de 1940


 

A la hora de estudiar a uno de los deportados de la Mesa de Ocaña, Indalecio González Gabriel, natural de Santa Cruz de la Zarza (provincia de Toledo) y centrándonos en el día de su entrada a Mauthausen, nos damos cuenta de las diferentes versiones que sostienen algunos de los investigadores que se dedican al estudio de la deportación española a los campos de concentración nazis durante la Segunda Guerra Mundial, especialmente sobre el número de españoles que entraron esos dos días: 6 y 9 de agosto de 1940.  La entrada del 6 de agosto va de la mano con la del 9 de agosto, ya que las dos listas comparten un mismo documento original que elaboraron los alemanes  para certificar la entrada de los dos convoyes.

 

Principalmente hay dos teorías. Una que sostiene  que la entrada del 6 de agosto es de 392 españoles y la del 9 de agosto de 169, mientras que la otra  aboga por una entrada de 398 españoles para el 6 de agosto y de 165 para la del 9 de agosto.

 

¿Cómo puede haber dos versiones diferentes cuando la documentación sobre Mauthausen es bastante amplia?  Me propongo investigarlo para confirmar con cuántos compañeros entró en Mauthausen nuestro paisano Indalecio.

 

¿Cuáles son las fuentes en las que se basan las diferentes teorías? Establecemos dos fuentes principales.

 

La primera de ellas es una lista original de la administración del propio campo, y la otra es una lista (no original) que proviene del Livre Memorial francés, Memorial por la deportación. Por otro lado, nos basamos en los listados que elaboró el deportado Casimir Climent para confirmar los errores que detectaremos. Para elaborar los listados, Casimir Climent contó con la ayuda de varios deportados, entre ellos, Joan de Diego. Ha sido el sobrino de Joan de Diego, Enrique Urraca el que me ha proporcionado parte de esos listados.

 

El  documento original, proporcionado por Arolsen, fechado el  9 de agosto de 1940.

 

Este documento nos señala que el día 6 de agosto entran 392 españoles y el día 9 de agosto entran  169. Las dos entradas están fusionadas y parcialmente  se diferencian una entrada de la otra por una ¨X¨ que se añade al final de la línea de los que entran el 9 de agosto, pero no en todos los casos pasa esto.



 

La lista del Livre Memorial francés, es una excel que proviene de la página francesa  Fundación para la Memoria de la Deportación, http://www.bddm.org/liv/details.php?id=III.1.

 

Desconozco de dónde han sacado los datos para elaborar esta excel, pero es el documento en el que se basa la teoría que afirma que entraron 398 y 165 españoles en los dos días. Si filtramos por días, confirmamos que las entradas son de 398 españoles para el 6 de agosto y 165 para el 9 de agosto. 

 

Para llevar a cabo el estudio, cruzamos la lista original con las dos listas del Livre Memorial (la del 6 y la del 9 de agosto), y establecemos (no he profundizado en cada uno de los deportados puesto que existen bastantes errores en los nombres) los siguientes errores:

 

Errores en la lista del Livre Memorial para el 6 de agosto:

 

1. - La matrícula 4590 pertenece a Eugenio Arqués Simo, de Sabadell, que entró el 13 de diciembre de 1940 y no el 6 de agosto, como aparece en el Livre Memorial. Descontamos una entrada a los 398, ahora hay 397 entradas.


 Lista original del 13 de diciembre de 1940

 


      

2.- Ferrer Lizondo Rafael, 3549, aparece repetido  en la lista del 6 de agosto como en la del 9 de agosto.  Según listas de Climent,  entra el 9 de agosto. Ahora tenemos 396 españoles.



3.- López Llorente, Sandalio. 3628 aparece en las dos listas. Según listas de Climent, correspondería a la entrada del 9 de agosto. 395 españoles.

 

          

4.- Casteras Roca o Castells Roca, Ramón. Aparece en las dos listas pero  para la del 6 de agosto corresponde a Ramón Castells Roca, número 3428 y la del 9 de agosto es Casteras Oro, Miguel, 3554. Este error no influye en el conteo.

                 

5.- La matrícula 3571 aparece repetida en las dos listas. Aguilar Palos,  aparece en la lista del 6 de agosto con el número equivocado, su número es 3371. Este error no influye en el conteo.

                 

6.- Maduel  Nuto, Juan, 3580, aparece en la lista del 6 de agosto cuando debería de pertenecer a la del 9 de agosto, según listas de Climent. 394 españoles.


                   

7.- López Torres, Antonio, 3597, aparece en la lista del 6 de agosto cuando debería de pertenecer a la del  9 de agosto,  según listas de Climent. 393 españoles.



8.- Vela Barco, Ambrosio, 3607, aparece en la lista del 6 de agosto cuando debería de pertenecer a la del 9 de agosto,  según listas de Climent. 392 prisioneros.



 

Con estos errores confirmamos que la entrada de los republicanos españoles para el 6 de agosto es de 392 personas. Esta entrada corresponde desde la matrícula 3153 hasta la 3544.

 

 

Errores en la lista del Livre Memorial para el 9 de agosto:

 

1. Arques Hurtado, Antonio, 3575 no aparece en la lista del Livre Memorial, si aparece en el listado original. según listas de Climent. 166 prisioneros.



2, 3 y 4.- Los señalados anteriormente Madell Nuto, López Torres y Vela Barco  que estaban mal colocados en la entrada del 6 de agosto  forman parte de la del 9 de agosto. 169 prisioneros.

 

Por lo tanto la entrada del  9 de agosto es de 169 prisioneros, desde la matrícula 3545 hasta la 3713.

 

Como decíamos al principio, esa diferencia de prisioneros de una lista y otra queda demostrada con lo que sostenemos en las páginas anteriores, en base a un detallado estudio comparativo con los datos que tenemos a nuestro alcance. Si hay alguna otra lista para estas entradas la desconozco y desde la humildad aceptaré cualquier debate sobre lo escrito anteriormente.

 

Honor y Memoria a todos los que lo sufrieron.



Juan Crespo García de la Rosa

Mathausen Deportados Mesa de Ocaña