"Desde mi más tierna edad, lo primero que vi a mi
alrededor fue el sufrimiento, no sólo de nuestra familia sino también la de
nuestros vecinos. Por intuición yo ya era un rebelde. Creo que entonces se
decidió mi destino"
María Torres / Noviembre 2011
Nació en 1896 en una familia de ocho hermanos, de los
que cinco fallecieron al terminar la Guerra de España. Estudiante mediocre, pronto
comenzó a trabajar como mecánico a la vez que aprendía socialismo. Era época de
miserias y comenzó ganando un real al día. Más tarde acabaría ingresando al
igual que su padre en los Ferrocarriles del Norte, un complejo mundo de obreros
politizados dispuestos a terminar con la explotación por las buenas o por las
malas.
Participó activamente en la huelga general de 1917 y
poco tiempo después entró en contacto con destacados anarquistas y se afilió a
la CNT. En una de sus estancias en Francia creó la Editorial Anarquista
Internacional cuyo fin era propagar la ideología y lucha del
movimiento libertario.
José Buenaventura Durruti Dumange murió con 40 años.
Pocos años de vida y sin embargo una extensa biografía plagada de huelgas,
intentos revolucionarios y hechos calificados como delitos (atraco al banco de
España, intento fallido de atentado contra Alfonso XIII, secuestro de jueces)
que desembocaron en una incesante fuga para “salvar el pellejo” a la par que
era perseguido no sólo en España y Francia; sino también durante los años
que permaneció en Latinoamérica. Se le llegó a expulsar de ocho
países, pasó por incontables cárceles y fue condenado a muerte tres
veces: en España, Chile y Argentina.
Illya Ehrenburg, periodista que lo conocía bien
aseguraba en relación con la vida de Durruti: "Ningún escritor se
hubiera propuesto escribir la historia de su vida; ésta se parecía demasiado a
una novela de aventuras... “ Es por ello que dejaré en
suspenso gran parte de la historia de este revolucionario en un intento de
plasmar la última parte de su vida a partir de su participación en la Guerra Española, porque si hay algo que no se puede negar es la evidencia de que
fue una de las figuras más significativas de la misma. Y es que Durruti era un
hombre sin miedo. Un líder carismático y un ejemplo de coherencia en la defensa
de su ideal libertario.
Con la proclamación de la República, Durruti regresa a
España y comienza una incesante actividad política. Integrante de prestigio de
la CNT, disuadió a la misma para que no boicotease las elecciones de 1936 en
las que triunfó el Frente Popular.
"¿Queréis venir conmigo a Madrid, sí o no?
Para todos nosotros es cuestión de vida o muerte. O venceremos o moriremos,
puesto que la derrota será tan terrible que no sobreviviremos a ella".
El 21 de julio de 1936, tres días después
del golpe de estado encabezado por Franco, Buenaventura Durruti organiza en
Barcelona una campaña masiva de reclutamiento de voluntarios con el fin de
formar columnas populares de milicianos que combatan a los insurgentes. El 24
de julio, la legendaria «Columna Durruti» salía de Barcelona con destino a
Aragón. La integraban cuatro mil voluntarios y un número significativo de
milicianas.
Poco antes de partir hacia el frente, Durruti fue
entrevistado por el periodista canadiense Von Passen y sus palabras publicadas
en el «Toronto Star» fueron las siguientes:
Durruti: El pueblo español quiere la
Revolución y está en trances de hacerla, a lo cual se oponen los fascistas.
Este es el planteamiento general. En tales condiciones, no hay más que dos
caminos: la victoria de los trabajadores, es decir, la libertad, o el triunfo
de los facciosos, que significa la tiranía. Ambos contendientes saben muy bien
lo que les espera si son vencidos. Por esta razón yo creo que la lucha será
dura. Para nosotros se trata de destruir la reacción fascista de tal forma que
no levante ya nunca más la cabeza en España. De hecho estamos dispuestos a
acabar con el fascismo de una vez por todas, incluso a pesar del gobierno
republicano.
Von Passen: ¿Por qué a pesar del gobierno
republicano? ¿Es que acaso el gobierno republicano no lucha también contra la
rebelión fascista?
Durruti: No hay gobierno en el mundo que luche
contra el fascismo para destruirlo. Cuando la burguesía ve que el poder se les
escapa de las manos, recurre al fascismo para mantener sus privilegios. Es lo
que ha ocurrido en España. Si el gobierno republicano hubiera deseado de verdad
poner fuera de combate a los fascistas, hace ya tiempo que lo habría podido
hacer. En lugar de combatirlos a fondo, no ha hecho más que buscar compromisos y
acuerdos. Incluso en este momento, hay miembros del gobierno que hablan de
adoptar medidas más bien moderadas contra los fascistas.
Von Passen: Largo Caballero e Indalecio Prieto
han afirmado que la misión del Frente Popular era la de salvar la República y
restaurar el orden burgués, mientras que tú, Durruti, me dices que el pueblo
quiere llevar la Revolución mucho más lejos. ¿Cómo interpretar esta
contradicción?
Durruti: El antagonismo es evidente. Esos
señores, como demócratas burgueses que son, no pueden tener otras ideas que las
que profesan. Pero el pueblo, la clase obrera, no se engaña. Los trabajadores
saben lo que quieren. Nosotros luchamos no por el pueblo, sino con el pueblo,
es decir, por la Revolución. Somos conscientes de que en esta lucha estamos
solos y que no podemos contar más que con nosotros mismos. Desde un principio
sabemos ya cuál será la actitud de Rusia. Para la Unión Soviética, después de
haber hecho su revolución pequeño burguesa, lo que cuenta es su tranquilidad.
Por esta tranquilidad, Stalin ha sacrificado a luti trabajadores alemanes, cosa
que ya hizo anteriormente con los chinos. Por eso nosotros queremos hacer
nuestra propia razón por lo que creemos que hoy mejor que para mañana: si es
posible antes de que estalle la próxima guerra europea. De este modo nuestra
actitud servirá de ejemplo a los obreros italianos y alemanes, los cuales
podrán apreciar cómo se lucha contra el fascismo. Es por esta razón por la que
creemos que nadie nos ayudará. Hitler y Mussolini, lo mismo que los demócratas
ingleses y franceses, temen el contagio revolucionario, que es lo que, en otro
sentido, le ocurre también a Stalin.
Von Passen: ¿Entonces tú, Durruti, no crees
que Francia e Inglaterra puedan ayudaros, una vez que se concrete el apoyo de
Hitler y Mussolini a vuestros enemigos?
Durruti: No hay gobierno alguno que desee
ayudar a una revolución proletaria. Sin embargo, es posible que las rivalidades
que existen entre los distintos imperialismos puedan influir en nuestra lucha.
Franco, por ejemplo, es indudable que hará lo que pueda para poner a Alemania
contra nosotros. Pero esto, al fin de cuentas, no es lo más importante, como ya
he dicho antes, no esperamos ayuda de nadie, ni siquiera de nuestro gobierno (1)
En noviembre de 1936, cuando la defensa de Madrid
resultaba cada día más difícil, Durruti fue requerido para trasladarse con su
columna a la capital sitiada. Tras muchas dudas accedió a desplazar parte de
sus tropas sin desmantelar el frente de Aragón. La orden del jefe del Estado
mayor Rojo, era que Durruti dirigiera a sus hombres y la columna López
Tienda-Libertad, para reforzar la defensa de la Ciudad Universitaria.
El 15 de noviembre la columna Durruti llega a Madrid y es enviada a combatir al frente de la Ciudad Universitaria, una de las zonas más batidas por el fuego enemigo. Los 1400 miembros de la columna luchan sin descanso en los alrededores del Hospital Clínico. El número de bajas es alarmante y el empuje de las tropas nacionales hace temer que los sublevados tomen Madrid en cualquier momento.
Cuatro días más tarde, la mañana del 19 de noviembre, su líder Durruti era alcanzado por un disparo mientras visitaba el frente de la Ciudad Universitaria. A día de hoy no existe certeza alguna acerca del origen del disparo que acabó con su vida. La versión oficial hablaba de una bala enemiga disparada desde el cercano Hospital Clínico, pero historiadores y biógrafos coinciden en señalar como falsa esa versión oficial al ser materialmente imposible que el proyectil que ocasionó la muerte fuese disparado desde un punto lejano, porque el impacto que presentaba el cadáver de Durruti poseía todos los indicios de haber sido realizado a una corta distancia. Existen varias versiones de la muerte de Durruti. Desde un fatal accidente al disparársele su propio “naranjero” (Estos fusiles no contaban con seguro), la actuación de un quintacolumnista infiltrado en la zona, la conspiración estalinista y una última que señala como posible autor al sargento de artillería José Manzana, que se encontraba al lado de Durruti en el momento de recibir el disparo que le costó la vida.
El 15 de noviembre la columna Durruti llega a Madrid y es enviada a combatir al frente de la Ciudad Universitaria, una de las zonas más batidas por el fuego enemigo. Los 1400 miembros de la columna luchan sin descanso en los alrededores del Hospital Clínico. El número de bajas es alarmante y el empuje de las tropas nacionales hace temer que los sublevados tomen Madrid en cualquier momento.
Cuatro días más tarde, la mañana del 19 de noviembre, su líder Durruti era alcanzado por un disparo mientras visitaba el frente de la Ciudad Universitaria. A día de hoy no existe certeza alguna acerca del origen del disparo que acabó con su vida. La versión oficial hablaba de una bala enemiga disparada desde el cercano Hospital Clínico, pero historiadores y biógrafos coinciden en señalar como falsa esa versión oficial al ser materialmente imposible que el proyectil que ocasionó la muerte fuese disparado desde un punto lejano, porque el impacto que presentaba el cadáver de Durruti poseía todos los indicios de haber sido realizado a una corta distancia. Existen varias versiones de la muerte de Durruti. Desde un fatal accidente al disparársele su propio “naranjero” (Estos fusiles no contaban con seguro), la actuación de un quintacolumnista infiltrado en la zona, la conspiración estalinista y una última que señala como posible autor al sargento de artillería José Manzana, que se encontraba al lado de Durruti en el momento de recibir el disparo que le costó la vida.
Lo
cierto es que la muerte de este revolucionario sigue envuelta en un halo de
misterios después de setenta y cinco años.
El
cuerpo herido del líder anarquista fue trasladado al Hotel Ritz, que había sido
transformado durante la batalla en el Hospital de las Milicias Confederadas de
Cataluña, y donde ya no se puede hacer nada por él. Horas más tarde, hacia las cuatro de
la mañana del día 20 de noviembre de 1936, José
Buenaventura Durruti fallecía casi a la misma hora en que era fusilado José
Antonio en Alicante, y el mismo día, aunque muchos años después, en que moría
el dictador.
Sus
únicas pertenencias, una pequeña y vieja maleta que contenía una vieja gorra de
cuero, una camiseta, un par de zapatos agujereados útiles de aseo, unas gafas
de sol, unos prismáticos, dos pistolas, y una libreta con una sóla anotación "15 de noviembre, he pedido al subcomité de la CNT un
préstamo de 100 pesetas para gastos personales", fueron entregados a
su compañera Emilienne Morin, de la que se había enamorado en el exilio y con
quien peleó en el frente de batalla durante la guerra civil.
(1) «Toronto Star», 18 de agosto de 1936
Gracias por éste recuerdo. Hasta la victoria siempre. Te sigo en el camino.
ResponderEliminarUn abrazo
Xavi