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3482. Mutilado de Guerra

—Mi juventud era de roca viva.
Mi sangre era de lumbre y de centella.
Mis pies iban ligeros por el mundo
como las horas por la primavera.
Y ahora soy un inválido...
Qué fatigosa cuesta,
qué interminable andar el de mi vida
con el vacío doble de mis piernas.

—Yo llevaba dos fuentes en mis ojos
que manaban color y formas bellas:
siluetas delicadas de mujeres
como corzas ligeras,
montañas de cristal,
ríos de claras venas
y árboles armoniosos
en las orillas de las alamedas.
Y ahora voy por mi noche impenetrable
con mis dos fuentes ciegas...

—Yo soy un mutilado.
Sobre mi frente quema
la palabra infamante: ¡mutilado!

No es voz de hoy ni es voz de ayer la que contesta
sino voz de mañana:



—Mutilado del pueblo, sobre tu herida seca
ponga sus labios la mujer del pueblo,
la mujer verdadera,
y que te inunde el corazón cansado
su roja sangre buena.
Que la rosa florezca en tu muñón
y la espiga del trigo en tus órbitas huecas;
y que el pecho del mundo se abra en flor
y ponga la dulzura de sus yemas,
la miel hecha rocío de su aliento
sobre tu herida seca,
mutilado,
mutilado de guerra.


Pedro Garfías
Hora de España núm. XXII, Octubre de 1938








3478. Alborada de dor

A mañán estaba fría,
fría com'unha navalla

que se metera no corpo

buscando o zume da i-alma.

 

Roxo mostrábas'o ceo,

roxa a terra se mostraba,

regos, regatos e fontes

levaban roxas as augas.

 

Alaios veñen das serras,

dos outeiros e das brañas,

e dos carballos e pinos

cai un orballo de bágoas.

 

Están os xílgaros mudos,

os reiseñores non cantan,

soio se sinten os corvos

que arrevoan en bandadas.

 

A campana toca, toca,

chamando â misa da i-alba.

Alá van as mulleriñas,

todas elas enloitadas.

 

Semellan ombras que xurden

da terra, da mesma entraña,

e caminan pol-os aires

coma meigas ou pantasmas.

 

Con outras ombras atopan

que a morte levan na cara,

o escapulario no peito

e na cintura unha espada.

 

Son os que, en nome de Cristo,

asesiñan a mansalva;

son os verdugos da noite,

que fuxen â madrugada.

 

E cal morcegos cebados

co óleo das lámparas sagras,

van a esconderse nas covas,

fartos de sangue cristiana.

 

Ciscados nas corredoiras,

coma si foran borralla,

xacen os corpos sanguentos

que froreceron en chagas.

 

Teñen pechadol-os puños

qu'en vida ergueron con rabia,

i-os ollos fixos no ceo,

sempre abertos â esperanza.

 

¡Corpos benditos dos mártires

groriosos da nosa raza!

¡Verdadeiros corpos santos

do altar da nosa lembranza!

 

O sol, namentras, asoma

a súa niña dourada,

mais non tarda en recadarse

detrás d'unhas nubes baixas.

 

Todo s'escurece o intre,

lexanos tronos estalan,

os relampos alumean...

¡Santa Bárbara nos valla!

 

Caen axiña unhas pingueiras,

o vento sul todo arrasa,

unha noite sin estrelas

ven cando o dia pintaba.

 

Dend'entón Galiza sofre,

arrich'os dentes e cala,

e, anque triste, con orgulo

ergue do martirio a palma.

 


Ramón Rey Baltar

Nova Galiza. Revista mensual ao servizo do esprito e da liberdade do povo galego

Núm. 17, mayo de 1938






3463. España


Una víctima del bombardeo de Valencia es trasladada al depósito de cadáveres. 1 de mayo de 1937


Traidores nocturnos con alma pantanosa
Hermanos de la vívora y las ropas de luto
Apuñalaron tu hermosa estrella esperanzada
Entre algas y tinieblas entre ríos difuntos

Sopla el mar fabricando pirámides de lágrimas
Fatales escaleras y músicas con sangre
Bajo nubes que pasan como carros de heridos
Por un cielo color turbio de cañones distantes

La epopeya del pueblo que exige su destino
Levanta al cielo frentes y rompe grandes pechos
Y danzan los fantasmas entre barcos enfermos
En la noche del hombre que nutre cementerios

Pasan soldados pasan olas y pasan vientos
Como notas de un canto que asusta a las edades 
La inmensa sinfonía con su lluvia y sus hombres
Se pierde en una tumba debajo de la tarde

Ejército de luces al borde de la muerte
Se alza la selva y los soldados pasan en un canto
Es el gran viaje ciego de las y el viento
Ya no veréis más esos soldados

Una fila tras otra asaltan horizontes
Y vienen a morir en las olas a la playa
Tanta sonrisa tanta sangre tantos héroes que caen
y salen de sus cuerpos como salían de las fábricas

El recuerdo del hombre es menos que esa luna
Que pierde la cabeza y cae sobre el mar
Sin embargo esos rostros de soldados que pasan
Ya nunca los podréis olvidar

Agonía agonía de la rosa y la piedra
Los vientos se estrellaron en la más alta torre
Caerán mil estrellas con la quilla partida
Y caída una en la tierra tendrá más de cien nombres

El pueblo será grande como su propia estatua
Como ese continente que sacó de la noche
Como el galope histórico de épicas mesnadas
Que dan escalofríos a las alas del bosque

Laureles laureles y cien leones antiguos
Petrificados por el rayo y los relámpagos
Procesión de ataúdes en puentes al silencio
La libertad bien vale un astro emocionado

Y pasan los fantasmas atados por la sombra
Laureles y laureles y truenos y relámpagos
Y vienen los lamentos y los ramos de gloria
Ya no podréis jamás olvidar esos soldados

Son esqueletos vivos debajo de la tierra
serán los instrumentos de una música eterna


Vicente Huidobro
El Mono Azul, 17 de junio de 1937







3459. La voz de los vivos




Nosotros estamos vivos,
verdaderamente vivos,
con plenitud de pájaro sin jaula,
con la inquietud del agua sin estanques.
Nuestros brazos, un mar.
Y no habrá muralla que nos contenga;
porque dentro llevamos
la honda rebelión de los océanos
cuando se cansan de su calma inútil;
porque en los aires vibra
la voz de la libertad de las masas,
y porque nuestros muertos
viven ya la vida de los héroes..
Lo arrollaremos todo,
avanzando, avanzando...
En la lucha final,
contra la inmensa roca de la Muerte,
con la furia del odio que galopa,
se estrellarán nuestros mejores puños
hasta dejarla en playa sin distancia.
Pero a los comunistas
eso no nos importa.
No nos importa el filo que nos siegue
de cien en cien nuestros robustos brazos;
por cada uno que en la lucha caiga
surgirán mil que cantarán victoria.


Luis Pérez Infante
El Mono Azul, 24 de junio de 1937








3445. Romance de Zurbano Ramos

A golpes de corazón.
A martillazos severos,
España canta sangrando.
Cumple con furia su sueño.
El brazo de la pasión
Abraza todos los pechos,
El pulso español levanta
Su libertad en el viento.
La sangre mueve el arado,
Y la fe derrumba el miedo.
Digno sudor de muchachos,
Rompe el silencio del hierro.
Muchachos trabajadores,
De nueva frente, ojos nuevos,
Que han nacido alimentados
De nueva leche del pueblo.
Zurbano Ramos, varón.
Hermanos por el alma
Con Grau, Cornejo, Carrasco,
Hijos de la misma planta,
Hermanado por la sangre
La clara fe, la esperanza,
Con Stajanov, el ruso,
De igual corazón y alma.
La luna nueva, la luz,
Más limpia de la mañana,
Dejen su frescor, su aliento,
Sobre tu frente cansada.
Tu sed obrera no calme
En el descanso del agua.
La gloria de tus sudores,
Pañuelo de tela blanca.
Por tus blancas manos sencillas,



Sencillamente bordada,
La guarde, porque se vea,
Tela de gloria mojada.
Y esa esperanza que arde
En tus manos, y que canta
En tus ojos y tu risa,
Cruce la meseta alta,
Baje al llano, suba al monte,
Y golpee en las ventanas
De muchas calles dormidas,
Donde la sangre no canta,
Donde la frente es olvido
Y los brazos no trabajan,
Donde ya no quedan venas
Con sangre roja de España.
Tu palabra de varón
Cruce de un golpe la cara
De quienes traidoramente
Se alimentan de tu planta.
De quienes cogen los trigos
Que tú con pasión sembraras.
De quien debiera morir
Del hierro que tú trabajas.
Hombres en hembras trocados
Cobardes, ya sin curanza,
Impotentes peregrinos
Caminantes de la nada.
Habladores de mil lenguas,
Todas ellas deslenguadas.
Sin un rincón en el pecho
Donde guardar esperanza.
Sin un pulso que se queme
En el incendio de España.
Olvida, Zurbano Ramos,
Tan triste escoria mundana.
Tan sucia gusanería,
Tanta caca disfrazada.
Que sobre el hierro glorioso
Que tú das a las batallas,
Tus manos sean potentes,
Ligeras como las balas.
A cada golpe el martillo
Que tu brazo manejara.
Forje la luz que ilumine
Con alto claror a España.


Lorenzo Varela
El Mono Azul, 29 de julio de 1937






3433. El combate con el «Canarias»

Dotación del crucero libertad, septiembre 1936 - Foto Gonsanhi


Para los que no tuvieron ni tienen la suerte de asistir a un encuentro con el enemigo, no tendrá ningún valor el encuentro sostenido el martes último entre el «Canarias» y nuestra Flota, y muy especialmente con nuestro Crucero «Libertad». Hasta es muy posible que haya amigos que en la retaguardia se extrañen y pongan en duda el valor de nuestros hombres. Encontrarse con el «Canarias» y no hundirle —dirán— demuestra que nuestra Flota carece de valor combativo. 

Sin embargo, señores críticos, hay valor combativo y si no le echamos a pique, no fué porque el «Libertad», seguido de los Destructores, no avanzase sobre él. 

El «Libertad», es menor que el «Canarias» y cruzando con él más de doscientos proyectiles, avanzó resueltamente con toda su máquina, en tanto que el gigante pirata que se creyó vérselas con cobardes, retrocedió y escapó al amparo de su velocidad. 

En los dos combates de mañana y tarde, fué el enemigo el que huía, pidiendo auxilio a su aviación que atacó por dos veces a nuestra Flota. 

Cierto, que el gran pirata no es, ni mucho menos enemigo despreciable, pero en modo alguno es enemigo que asuste a quienes como nuestros marinos saben que su deber es vencer o morir por la libertad de España. 

Cuando el Comisario del «Libertad» y nuestro Comisario general recorrían los montajes, a el grito de ¡Viva la República!, resonaba en todos los pechos rivalizando entre toda la Dotación para que el proyectil y la pólvora no faltasen un instante. 

Al caer los primeros proyectiles del «Canarias» cerca del «Libertad», se izaba en nuestro gallardete la bandera de combate —la hermosa insignia de la libertad por la que lucha la España leal— y la emoción culminó cuando un sencillo marinero, un timonel del Estado Mayor, gritó: «¡Rómpete pero no te rindas!». 

Con razón pudo decir nuestro Comisario general, al presenciar y alentar el entusiasmo de todos; ¡Con hombres así, se va al final del mundo! ¡Que importa morir, si se muere con el aliento de los que saben que luchan por la causa mayor del mundo, que es libertad de todos! 

El pirata, para centrarnos mejor, no tuvo la gallardía de izar su bandera monárquica, presentándose sin ella para confundirse mejor con los de tipo igual al suyo, italianos y alemanes, apareciendo más tarde oculto en la inmensa bruma. No le hemos hundido ¡es verdad! pero, que conste que el «Libertad», el hermano del «Cervantes» —acordaos, camaradas y amigos del «Cervantes» como nosotros os recordamos—, no le huyó al gran pirata, que se alejó, al fin, corriendo a toda máquina. 

Ni él ni sus aviones, que atacaron durante todo el día a los barcos de la Flota, pudieron restar en nada el valor y coraje de nuestros hombres. 

Nuestros destructores con sus Dotaciones, estuvieron con el mismo entusiasmo, y si el ataque de éstos no pudo llevarse a cabo, fué porque el pirata mantuvo siempre la distancia lejos de tiro de aquellos. 

¿El Méndez? Estuvo en su sitio con el mismo deseo y el mismo espíritu combativo que todos, y si el «Canarias» en vez da sostener la distancia, hubiese acortado ésta como quiso el «Libertad», los cañones del «Méndez» hubiesen vibrado también al compás de su Dotación, que saludaba desde el viejo buque a los hombres del «Libertad». 

El «Lepanto» —no lo recordamos bien— al terminar el combate dió una vuelta al «Libertad», y con su bandera de combate en alto rindió homenaje a la Capitana, hermano mayor hoy de la Flota, dándose de barco a barco los vivas a la República y al valor de sus marinos. Era el saludo del Jefe de la Flotilla de Destructores, que, en el «Antequera», quería acercarse al «Canarias», que corría más que ellos y que como prueba de unión, de emoción y de respeto, mandaba por el «Lepanto» el abrazo de los Destructores al Mando de nuestra Flota. 

Los facciosos han dicho por radio que en el combate con el «Canarias», éste hundió a los «rojos», pero aunque su ataque fué a traición, con aviación y hasta con torpedo, pues uno de sus aparatos arrojó un torpedo a uno de nuestros valerosos Destructores, no tuvimos ni una baja, y de no haber sido tan cobardes y tan traidores los piratas, es posible que los hundidos hubiesen sido ellos. No obstante ¡ya nos veremos de nuevo! 

No queremos terminar estas líneas sin hacer constar que las Dotaciones estuvieron plenas de moral y de disciplina, y los Mandos, algunos de ellos rebasando con creces su deber, acarreando hasta proyectiles.

El Jefe de la Flota, que en el puente del «Libertad» dirigía el combate, puede estar satisfecho de su Estado Mayor, así como del mando del buque, que además de mostrar una gran serenidad se multiplicó constantemente en el cumplimiento de su deber, al igual que en los demás barcos; y si existió algún cobarde, que lo ignoramos, está más que superado por el valor de los demás, que anhelan un nuevo combate en el que el «Canarias», ese gran pirata que robaron los fascistas, no escape como esta vez, y veremos quién vence a quien. 

¡Viva la Flota de la República!

iViva la independencia de España!


La Armada, órgano oficial de los marinos de la República
Cartagena, 11 de septiembre de 1937






3428. ¡Cómo sufría Federico...!


Federico García Lorca junto a Constantino Ruiz Carnero


A la memoria del gitano poeta Federico García Lorca


¡Cómo sufría Federico... 
con la cabeza bien alta 
desafiando las iras 
de los que a España no aman. 

¡Como sufría Federico... 
su romance que no acaba, 
continuaba en si mismo, 
su más dolorosa página. 

Tricornios de mil reflejos, 
botas de charol muy altas, 
los correajes brillantes, 
las almas acharoladas. 

Cómo sufría Federico... 
Ya lo llevan a la tapia 
donde van a ejecutarlo 
la ruin, la vil canalla. 

Gitanillos canasteros,
lloran lágrimas amargas 
por la muerte del poeta 
de recia sangre gitana. 

Antonio el de los Camborios 
ya no pedirás más gracia
a García Lorca, el gitano 
que sufría con tu desgracia. 

Y aún tu tuviste más suerte, 
que si la muerte te daban 
tus cuatro primos Heredias, 
de tricornios te libraban. 

Cómo sufría Federico... 
cuando en tierra de Granada 
lo llevan guardias civiles 
a matarlo en una tapia. 

¡Cuántas cosas te dirían! 
Con deseo de venganza. 
Con qué fe dispararía. 
Gitano de estirpe rancia.

Tú que no hiciste más daño 
a esa gente tan ingrata 
que dar a tu amado pueblo, 
las más fuertes y recias páginas. 

Todo tu talento, al pueblo 
esa ha sido la gran falta 
que esas fieras en ti han visto, 
que en ti ha visto esa canalla. 

Y por Sierra Elvira toda, 
van gitanicas descalzas 
llorando a su Federico, 
al que la vida arrebatan. 

Gitanicos canasteros, 
endulzaros vuestras lágrimas 
que Federico no ha muerto, 
que entre nosotros se halla. 

Que siempre estamos con él, 
que la musa de sus páginas 
me lo ha dicho a mi bajito 
secando mis tristes lágrimas. 

Federico García Lorca, 
el de la frente muy ancha, 
el que cantaba flamenco 
mejor que nadie en España. 

El de la CASADA INFIEL, 
el de YERMA. ZARRAMAYA, 
el de las BODAS DE SANGRE, 
que el mundo entero admiraba. 

Descansa en paz, Federico, 
no temas por tu venganza 
que rabiando está por ello, 
la valiente gente Hispana. 

Y ten presente que siempre 
te tendrá España en su alma 
y venganza le promete, 
LA ESCUADRA REPUBLICANA.


Antonio Segado Arenas,  Cabo de Artilllería
A bordo del Miranda, Cartagena

La Armada, órgano oficial de los marinos de la República
Cartagena, 15 de mayo de 1937