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3459. La voz de los vivos




Nosotros estamos vivos,
verdaderamente vivos,
con plenitud de pájaro sin jaula,
con la inquietud del agua sin estanques.
Nuestros brazos, un mar.
Y no habrá muralla que nos contenga;
porque dentro llevamos
la honda rebelión de los océanos
cuando se cansan de su calma inútil;
porque en los aires vibra
la voz de la libertad de las masas,
y porque nuestros muertos
viven ya la vida de los héroes..
Lo arrollaremos todo,
avanzando, avanzando...
En la lucha final,
contra la inmensa roca de la Muerte,
con la furia del odio que galopa,
se estrellarán nuestros mejores puños
hasta dejarla en playa sin distancia.
Pero a los comunistas
eso no nos importa.
No nos importa el filo que nos siegue
de cien en cien nuestros robustos brazos;
por cada uno que en la lucha caiga
surgirán mil que cantarán victoria.


Luis Pérez Infante
El Mono Azul, 24 de junio de 1937








3203. La venganza del castillo

Castillo de Magalia en Navas del Marqués (Foto Estampa, 1936)


Sus cuatro siglos dormía 
el castillo de Las Navas. 
Fuertes, por fuera, muy fuertes,
las torres y las murallas, 
y medio muertas de tiempo 
las viejísimas entrañas. 
Al cabo de cuatro siglos, 
despertó una madrugada 
con un despertar de guerra 
—bandera republicana 
izada en un palo al viento 
allí en la torre más alta—. 
Desde un trigal, los facciosos 
ven la enseña, y una marcha 
organizan sobre el pueblo 
castellano de Las Navas. 
La columna, numerosa, 
pronto llega hasta la plaza 
sin que los del pueblo, escasos, 
valientes, pero sin armas 
puedan cortar el avance 
presentándose en batalla. 
El jefe de los facciosos, 
con voz de sapo en el agua, 
pregunta a los aldeanos 
lloviéndoles amenazas: 
"¿Quién puso aquella bandera 
allá en la torre más alta?" 
Silencio. Ruge el fascista 
una voz de: "¡Carguen, armas!" 
Y un cobarde de la aldea dice, 
a la vez que señala 
al labrador más anciano, 
a quien Pollero llamaban: 
"El Pollero, que es un rojo." 
El Pollero se adelanta 
(de viejo, no de cobarde, 
sus piernas le flaqueaban). 
Y habló el capitán rebelde 
con voz de sapo en el agua: 
"¡Quita pronto esa bandera, 
si no quieres que la tapa 
de los sesos te levante!" 
El viejo, como por magia, 
pudo trepar como un gato 
hasta la torre más alta: 
las piedras rojas del muro 
parecía que le ayudaban. 
Ya en tierra con la bandera 
que a cien vientos ondeara 
habló él capitán fascista 
con voz de sapo en el agua: 
"Pollero, pisa ese trapo 
que por bandera tomabas." 
"¡Eso no!" —lloró El Pollero—. 
Y cien facciosas culatas 
de fusiles, su cabeza 
con odio y furia machacan. 
Al día siguiente el castillo 
de tal crimen se vengaba: 
los segadores del llano,
al ver la torre más alta
sin la bandera, acudieron 
con hoces y con guadañas; 
el pueblo reconquistaron, 
y en la torre de Las Navas 
pusieron bandera roja
junto a la republicana. 


Luis Pérez Infante
El Mono Azul, 24 de septiembre de 1936






2065. A Gerda Taro, muerta en el frente de Brunete

Gerda Taro (Gerta Pohorylle)
(Stuttgart, Alemania, 1 de agosto de 1910 - El Escorial, 26 de julio de 1937)


Si es verdad que caíste, camarada, 
también es cierto que viviendo sigues 
eterna juventud entre nosotros. 

Lo mismo que la rosa 
vista por la mañana en mayo un día, 
si luego la encontramos, 
muy lejos del rosal, pisoteada, 
perdura en el recuerdo lozanísima, 
así para nosotros, Gerda, eres. 

A pesar de tu muerte y tus despojos, 
el oro viejo que tu pelo era, 
la fresca flor de tu sonrisa al viento 
y tu gracia al saltar, 
burlándote a las balas, 
para grabar escenas de la lucha, 
nos dan aliento, Gerda, todavía. 

En nuestra casa vives, no lo dudes, 
por todos los rincones siempre habitas, 
las paredes reflejan tu figura 
y este dolor tan hondo que sentimos 
lo preside a diario tu presencia. 

La guerra sigue igual, como la vistes. 
y en medio de esta muerte, esta ruina, 
más agudo que silban los obuses, 
más fuerte que la bomba en su estallido, 
te decimos con fe nuestra esperanza: 
que puede más la flor con su hermosura. 


Luis Pérez Infante
Madrid 1936-1937
Publicado en Hora de España  XVII
Barcelona, Mayo 1938