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3212. La odisea de una capitana. Anita Carrillo

Anita Carrillo fué primero una ráfaga del campo andaluz, una de esas niñas que los turistas suelen encontrar "pintorescas" y buenas modelos para sus "kodaks", y que la realidad de la miseria cotidiana obliga a ganarse el pan, el pobre cacho de pan, como un hombre, a la edad en que las niñas de los países sin tanto pintoresquismo y tanto latifundio van a la escuela y tienen juguetes. Luego fué una mocita pinturera que seguía trabajando como no se debería trabajar, y muy pronto, a los dieciocho años, una casadita hacendosa, que tenía su pisito de Málaga como los chorros del oro. Luego fué, igual que su compañero, una militante socialista. Y luego, por fin, igual siempre que su compañero José Torrealva, una buena militante comunlsta de La Línea. Y luego ya... 

Luego viene la sublevación, que sorprendió a Anita Carrillo de dirigente del Partido en La Línea. El viernes 16 de julio, ante la inminencia de ''lo que se veía venir", se reúne en La Línea el Bloque Popular. Los comunistas, por mediación de un informe de los Torrealva, exponen la gravedad de la situación. Como en todas partes: dilaciones, vacilaciones... Nadie responde. El 17 llegan de Algeciras dos coches con oficiales fascistas, que vienen a sublevar la guarnición. Esta, ese día no se subleva, cierto, pero el 18 entra un tabor de Regulares con morteros y ametralladoras, y la guarnición se rinde. Torrealva y Anita, con unos cuantos compañeros, van al Partido y recogen toda la documentación, que Anita quema ella misma en su casa. Tras lo cual, obedeciendo órdenes, marcha a Gibraltar. La Línea ya está totalmente ocupada por los rifeños; los elementos significados de los partidos de izquierda se internan en los huertos. A los tres días, a Anita le llega la noticia de que su marido ha sido muerto; sin pensar más se disfraza y regresa a España. En la Aduana, repleta de falangistas, un carabinero escudriña indolentemente el cabás de esa inglesa estrafalaria, con gafas, sombrero absurdo y falda cubriéndole los tobillos. Anita, pasado ese primer peligro, va derecha a los huertos donde están "los huidos"; allí tiene la alegría de encontrarse vivo a su compañero, y con él y otros tres camaradas se queda a vivir esa vida, que parece inverosímil, de espera de las fuerzas anunciadas de Estepona, que nunca acaban de llegar, pero que aquellos cinco empecinados esperan día tras día, durmiendo en los cañaverales y con seis pistolas y ciento ochenta tiros para defender la existencia de los cinco contra todo lo que pueda surgir. 

Y así, veintiocho días. El que hace veintinueve, lo que sucedió fué un grito desgarrador, brotado con riesgo de la propia vida de quien lo profería, de la garganta angustiada de la hija de un huertano, un viejo luchador: "¡Peeepe! ¡Los civiles!" Estaban copados por los del tricornio y los moros; un huertano, un pobre miserable, los había vendido. Y allí estaban, con ese grito de aviso desesperado metido en el temblor del cuerpo, y sin saber por dónde buscar una salida, ni atreverse a mover. Y así, ¿cuántos minutos o cuántas horas? El hecho es que un camarada del Partido, Manolo Corral, uno de los futuros héroes de la guerra en los frentes del Sur, se vistió de aldeano y cruzó cerca de ellos, descubriéndoles la única posible salida del cañaveral: "Seguidme, que estáis copados." Para seguirle había que saltar tapias; con los fugitivos estaba un chiquillo de quince años, herido, y que no podía andar; Anita se lo puso en la cadera y con él saltó como los demás, tapia tras tapia, de huerto en huerto, hasta el último. Y vuelta a disfrazarse, esta vez de hortelana, con un pañuelo a la cabeza, y a llegar jugándose el todo por el todo, hasta el bote preparado por el bueno de Manolo Corral. 

Al pontón de Gibraltar. ¿A ponerse a salvo? Eso no lo hacen unos comunistas. A pedirle al cónsul pasaportes para volver a Estepona en una motora y empezar a luchar. Torrealva organiza unas compañías de Milicias, el batallón Méjico, que muy pronto se hará famoso como "batallón de choque". Anita es el "responsable político" de la tercera compañía, y al formarse poco después la compañía de ametralladoras y ser nombrado Torrealva comandante, el jefe de la columna nombra a Anita responsable político de esta nueva compañía, "por ser quien más confianza le inspiraba". Por cierto, que el nombramiento se extiende en esta forma: "Al compañero Anita Carrillo." Y hasta el 6 de febrero la existencia de Anita se confunde con la de este "batallón de choque", que tan alto había de dejar el pabellón de los voluntarios malagueños. Después del duro combate del pantano de El Chorro, la "responsable político" es felicitada por el jefe de la columna por el arrojo con que se ha batido, y a petición de la compañía, es propuesta para recompensa. 

El 6 de febrero... ¿Cómo hablar con serenidad de lo que no debió nunca ocurrir, y es más terrible que cuanto pudiera describirse? Anita está en el cuartel, en su puesto, en Málaga. Se da cuenta de lo que pasa y va a decírselo a su marido, que se encuentra herido en el hospital: que el enemigo está en puertas. Torrealva se niega a creer lo que no puede, lo que no debe ser. El batallón se halla dispersado en tres puntos distintos: "la responsable" no puede abandonarlo. Está bien. Quedará en el cuartel en espera de órdenes. Las órdenes llegan, y las dan los médicos del hospital: hay que evacuarlo en seguida, cómo sea. Anita llena cinco camiones de la columna con heridos y sale al frente de ellos hacia Almería. El batallón se batirá en retirada, con un heroísmo de locura, paso a paso, hasta Motril.

Camino de Almería. Bombardeo por tierra, mar y aire. Los falangistas, valientes ante las mujeres, los niños y los heridos, ametrallan por detrás ese éxodo, que parece resucitar, en pleno siglo XX, los pánicos dé las huidas de los tiempos más remotos de la Historia. (Sólo que entonces no había fascismo, y tamaña barbarie no se podía imaginar.) Anita es contusionada por la explosión de una bomba de avión; sufre fuerte hemoptisis, y al llegar —¡por fin!— a Almería, ingresa en el hospital. 

Hoy, ya está curada. Y fuerte y animosa como el primer día.

—¡Qué magnífica eres, Anita!  

Y la capitán responsable de una compañía de ametralladoras, rápida nos contesta: 

—¿Magnífica? Nada de eso. Soy comunista. 


Margarita Nelken
Estampa, 27 de marzo de 1937







2788. La caida de Málaga. Los bombardeos desde el mar I


Los buques de guerra Canarias y Cervera. Archivo Rafael Molina 



No fue solamente por los envíos de aviones, armas y municiones, "voluntarios" y de tropas regulares con que el Gobierno italiano sostiene a los rebeldes españoles. También su Marina interviene notablemente.

Es así como Valencia hacía saber el 12 de Diciembre de 1936: "El ministerio de Marina ha recibido un informe técnico de la base naval de Cartagena, iniciado con motivo del torpedeo del crucero Cervantes dentro del puerto de Cartagena el 22 de Novienibre último."

Este informe dice textualmente: "El pedazo de torpedo, pertenece al modelo Whitehead de 533 milímetros, construido en Fiume (Italia). Sus dimensiones son exactamente las mismas que las del modelo de nuestra marina; pero esto torpedo no pertenece a los usados por nuestra marina, porque los que nosotros empleamos, tienen el husillo o rosca de bronce, mientras que éste torpedo lo tiene de acero."

Para destruir el rumor lanzado por los insurgentes, según el cual el Cervantes había sido torpedeado por un submarino español, el Ministro de Marina asegura que todos los submarinos españoles se encuentran bajo las órdenes del Gobierno y que solamente uno de los submarinos de la serie B ha desertado en circunstancias perfectamente conocidas.

El informe insiste sobre este punto: "El calibre de los tubos de los submarinos dé la serie B son de 450 milímetros, mientras que el calibre del torpedo examinado por peritos es de 533 milímetros. No ofrece duda, pues, que el torpedo fué lanzado por un submarino extranjero, probablemente italiano, a juzgar por su origen de fabricación. (Le Temps)"

El 13 de Febrero, 1937, se telegrafiaba igualmente de Valencia: "Sobre varios pequeños pueblos de los alrededores de Valencia, cayeron algunos obuses hacia las dos de la madrugada, lanzados por un submarino. Treinta pequeños obuses alcanzaron el pueblo de Alboraya, tres Almacera y cuatro a Tabernas. Cinco de estos obuses, dañaron y destruyeron varias casas particulares de Alboraya, causando nueve muertos y varios heridos. Una inspección minuciosa hecha esta mañana en el lugar de los hechos, ha demostrado que las localidades en cuestión, no tienen ningún objetivo militar y ni siquiera existe ni una sola fábrica en toda la región. Los habitantes do todos estos pueblos son apacibles pequeños propietarios rurales."

Uno de los pedazos de obús encontrados tiene la siguiente marca: L-2 Gen. 35. XIII Obi 24, II. Estas marcas indican claramente que fue fabricado en Génova en el año 1934.

El 16 de Febrero de 1937, el Departamento de la Defensa de Cataluña en Barcelona, nos comunica: "El sábado por la noche, a las 9.45, hora en que la población de Barcelona se dirigía hacia los espectáculos, esta gran ciudad abierta fuée objeto de un bombardeo por mar. Se estima que el buque que disparó, se encontraba a tres millas de la costa. El bombardeo duró 12 minutos, durante los cuales cayeron por azar 24 obuses produciendo escenas horrorosas. Uno de los obuses, perforó de parte a parte un cinema, que no produjo una verdadera carnicería por extraña casualidad."

Tan pronto como la alarma fué dada, la Radio de la Generalidad pidió a la población que llevara al Departamento de Defensa los pedazos de los proyectiles, con el fin de poder determinar los autores del atentado. Inmediatamente aparecieron grupos portando la siniestra metralla. Rápidamente los técnicos pudieron dedicarse al examen del cual resultó que: Todos los proyectiles llevan la marca L-3-Gen-35, lo que demuestra sin ninguna duda posible que se trata de artefactos italianos fabricados en Génova. El calibre es de 15,24, correspondiente a seis pulgadas. Los navíos rebeldes españoles llevan cañones de 8 pulgadas y los proyectiles que usan son los de la Sociedad Española de Construcción Naval. Se oyeron tres salvas, lo que significa que fueron hechos ocho disparos simultáneos en tres tiempos. El barco disponía pues de ocho cañones en posición de disparar.

El nombre y la posición de los cañones, su calibre, la marca italiana de los obuses, permiten asegurar de una manera absoluta, que se trata de un crucero italiano del tipo Giovanni delle Bando Nere, Alberico di Barbiano, Luigi Cardona o Armando Díaz. Las declaraciones del teniente coronel Guarner del Departamento do Defensa, las fotografías de todos los barcos de guerra italianos que posee nuestro Servicio de Información, permiten asegurar que el barco agresor era uno de los dos últimos citados: Luigi Cardona o el Armando Díaz. Un navío idéntico ha sido visto varias veces el veranó último en el puerto de Barcelona. Es indiscutible que para atreverse a llegar a tan corta distancia, el barco agresor conocía perfectamente nuestro puerto. 

Por otra parte, nuestro Servicio de Transmisiones, ha podido captar después del bombardeo, comunicaciones hechas en lenguaje cifrado con la ayuda de una clave italiana.

En fin, la Italia oficial sostiene a los rebeldes con su propaganda por Radio como se demuestra en esta nota publicada en el periódico Le Temps el día 23 de marzo de 1937: "Una estación clandestina de radiodifusión, bajo el nombre de 'Radio-Verdad" empezó desde hace algunos días, una propaganda facciosa en lengua catalana. La Comisaria do Propaganda, anuncia que no se trata de ninguna nueva estación, pues en realidad son las cuatro estaciones oficiales italianas de Roma, Milán, Génova y Florencia  funcionando al mismo tiempo. Esta propaganda, controlada naturalmente por el gobierno de Roma, se considera como una nueva prueba de la intervención directa de Italia en los asuntos de España." 

Y si tantos navíos españoles fueron confiscados simplemente dentro de los puertos italianos en beneficio de Franco, ¿no es una prueba fehaciente de intervención? Tiene plena razón el Gobierno vasco para publicar el 14 de Febrero la nota siguiente: "Los vapores Artxande-Mendi, Uribitarte, Kualde, Patxi, Vizcaya, Júpiter e Ibdautxu de la matrícula de Bilbao, han sido embargados en los puertos italianos. Nosotros protestamos contra la disposición del Gobierno italiano ordenando el transporte de sus tripulaciones a Sevilla. Pero es en Málaga donde la intervención italiana desplegó toda su fuerza y toda su significación."


Londres, 18 de febrero de 1937

Como respuesta a la cuestión planteada ayer en la Cámara de los Comunes por el diputado laborista Dalton, lord Granborne, Subsecretario de Estado del Foreign Office declaró: Según mis informes, un contingente compuesto alrededor de 6.999 hombres ocupó Málaga el 8 de Febrero y entre ellos había alrededor de 3.000 italianos. 


Facetas de la actualidad española, La Habana, Julio de 1937










2541. Almeria 1937




Un plato para el obispo, un plato triturado y amargo,
un plato con restos de hierro, con cenizas, con lágrimas,
un plato sumergido, con sollozos y paredes caídas,
un plato para el obispo, un plato de sangre de Almería.

Un plato para él banquero, un plato con mejillas
de niños del Sur feliz, un plato
con detonaciones, con aguas locas y ruinas y espanto,
un plato con ejes partidos y cabezas pisadas,
un plato negro, un plato de sangre de Almería.

Cada mañana, cada mañana turbia de vuestra vida
lo tendréis humeante y ardiente en vuestra mesa:
lo apartaréis un poco con vuestras suaves manos
para no verlo, para no digerirlo tantas veces:
lo apartaréis un poco entre el pan y las uvas,
a este plato de sangre silenciosa
que estará allí cada mañana, cada
mañana.

Un plato para el coronel y la esposa del coronel,
en una fiesta de la guarnición, en cada fiesta,
sobre los juramentos y los escupos, con la luz de vino de la madrugada]
para que lo veáis temblando y frío sobre el mundo.

Sí, un plato para todos vosotros, ricos de aquí y de allá,
embajadores, ministros, comensales atroces,
señoras de confortable té y asiento:
un plato destrozado, desbordado, sucio de sangre pobre,
para cada mañana, para cada semana, para siempre jamás,
un plato de sangre de Almería, ante vosotros, siempre.


Pablo Neruda
España en el corazón










2258. Carretera de Málaga



Sobre la mar y el camino
La noche negra venía.
Fondo de olivos y llamas 
tiene el grito de la huída. 
en parapetos de nubes
los aviones vigilan 
y la rabia de su hierro 
va encharcando las colinas 
con tuétanos de raíces 
y entrañas de roca herida.
- ¿Por qué huyes, muchacha? 
(El viento, que las navajas afila,
ha cortado en flor la rama
verde de la bulería).
Con los cabellos ardiendo
y la espalda en carne viva, 
la gitana, hija del mar, 
sangrando por las rodillas, 
cae, se levanta … un balazo
rajó sus pechos de niña
y se le escapa la voz
por los caños de la herida:
¡Me persiguen a traición
cañones de la marina!
Yo estaba de cara al cielo
en mis arenas dormida,
y un sol de marfil antiguo
sobre mi sueño se abría
como una palma del mar
hecha de espuma y de brisa.
¡A traición me mordió el lobo 
negro de las baterías!
Como nadie me defiende,
mi piel morena acuchillan
bandadas de cuervos grises 
que huelen carne podrida.
Traspasada de espoletas,
¿qué puede una cierva herida?
Hierven en las azoteas
tormentas de dinamita;
se destroza en los barrancos
la flor de mis caballistas
y un vendaval de fusiles
troncha mi cintura fina.
Por tierra, por mar y aire
me están desangrando viva;
por el Puerto de la Torre
olas de tanques venían:
Mirando a Casa Bermeja,
rompe a sudar mi agonía.
Lívido se lleva al mar
mi llanto el Guadalmedina.
¿No veis que, ciega y sin brazos,
de lutos estoy vestida,
que sólo me quedan dos 
de siete hermanas que había?
A traición me están hiriendo 
los que ampararme debían,
generales renegados 
que quieren la monarquía;
molos de mala ralea,
soldados por la rapiña;
estado Mayor de hienas
y babel de sacristías.
Dentro de los esqueletos
Les arden de odio las tripas.
¡Valedme los malagueños,
que se derrumba mi vida;
pescadores de Marbella,
arrieros de Manilva,
escopeteros de Ronda,
valedme, que ya estoy fría!

Málaga torna al silencio,
Y en alta noche salina,
Muerde la ametralladora
Sus entrañas ateridas.

La Muerte viene de Málaga
Y entra, loca, en Almería.
Un río fuera de madre,
Con aguas despavoridas,
Tiende en la verde cuneta
Estatuas en agonía.
La boca de los heridos
Maldice, mientras suspira:
- ¡Compañerito, remátame,
que el cuerpo se me vacía!
El trote de los caballos
machaca espaldas vencidas,
cruzan rayos de pistolas
las nubes de gasolina
y delante de las sombras,
bañado en sangre y fatiga,
marcha un ángel con espuelas
guiando el trueno de la prisa.
Los niños, en hacaneas
de caderas doloridas,
antes de mamar la leche
con hiel, que nadie les brinda,
entre los dientes estrujan
el clavel de la saliva.
Kilómetros y kilómetros,
Horas y horas, noche arriba …
Mueven los cañaverales
Levantes de artillería
Y por los bosques del cielo,
Sobre el vapor que desfila,
Aún hay águilas de Roma
Y grandes buitres de Bismarck.
Un grito estalla en las venas
fluviales de la Península:
- ¡Que este funeral os queme
hasta el fin de vuestra vida;
pagaréis con intereses 
el préstamo de ruinas,
que el vientre de las viudas
lo preñó un tigre ese día!

Luz de violeta y pólvora
moja ya la serranía,
los rubios toros del llanto
hacia Motril se encaminan,
y esperando que a su entierro
bajen las claras del día,
sola en el cortijo azul,
una paloma agoniza.
Lleven a Jerusalén
el parte cien golondrinas.

Sobre el mar y los olivos,
En la linde de Almería,
Igual que el cráneo de un  potro,
La aurora, roja, se abría.


Fernándo Fernández











2257. La caída de Málaga




—¿Qué nueva desventura en esa de Málaga? Es tonto ocultar la noticia que ya está circulando por todas partes. La desmoralización es terrible y no hay quien no piense en tener en regla su pasaporte. Parece que la caída de Almería es inminente.

Me propuse tranquilizarle, pero más que con la esperanza de conseguirlo con el deseo de que no adivinase que la noticia que me había dado era absolutamente inédita para mí. Estaba claro que me suponía perfectamente informado y hasta me pidió detalles de lo que había sucedido. No llegué a inventarlos, pero confieso que me hubiera costado muy poco trabajo hacerlo, seguro de no equivocarme demasiado. Era forzoso: tenía que haber ocurrido lo que en todas partes. La novedad del caso estaba en la descarada intervención de los italianos, que comenzaban a actuar en la guerra de España con unidades regulares, motorizadas en gran parte, y mandos propios. Los italianos, como después se supo, entraron en Málaga formados y cantando Giovinezza, lo que les ha permitido reivindicar esa victoria como exclusivamente suya.

Cuando el diálogo con «Juan de la Encina» se extinguió, intenté conocer más ampliamente la noticia y el alcance que se concedía a la desgracia. En el Ministerio de Hacienda la información era muy escasa. Tenían la preocupación de lo que hubiera podido sucederle al teniente coronel Federico Ángulo, a quien enviaron con un convoy de camiones a retirar de la plaza, cuya situación se reputaba grave, varias
toneladas de plata. Estaban sin sus noticias y temían que hubiese sido hecho prisionero. Aparte de esa noticia, que sentimentalmente también me afecta, no conseguí otra que la de la traición de Villalba, jefe militar de Málaga, al que ya se le hacía responsable de la pérdida. En el Ministerio de Marina y Aire, Prieto tenía más noticias. Me afirmó que la ciudad fue abandonada. Todos los militares se pusieron a correr, en cuanto sintieron las ametralladoras del adversario y, durante toda la noche. Málaga no perteneció a nadie. Uno de sus subordinados, marino, le tuvo durante la noche al corriente de lo que sucedía y él, ante la imposibilidad de notificárselo a Largo Caballero, que se había retirado a su domicilio de Alcira, se lo había comunicado a Álvarez del Vayo, con encargo expreso, por su mayor amistad con el jefe del Gobierno, de que se lo notificase inmediatamente. ¿Cumplió el encargo? ¿El jefe del Gobierno y ministro de la Guerra hizo, si lo conoció, algo más que afligirse? El ministro de Marina y Aire conservó hasta el último momento su comunicación telefónica con Málaga. Su subordinado le siguió informando de la situación hasta que, persuadido de que no se proyectaba defensa alguna, necesitó pensar en su propia seguridad. Las noticias de este hombre no podían ser más pesimistas. La mitad de la población se había puesto en camino hacia Almería, arrastrando en su impulso a los propios milicianos, sobre los que nadie se cuidaba de ejercer autoridad. El coronel Villalba estaba desbordado y no sabía qué hacer ni a qué zona del frente acudir en remedio. En el supuesto de que hubiese sido capaz de reflexión, no hubiera descubierto medio que le ayudase a salir del atasco. No tenía nada ni a nadie. Ni se tenía él mismo. Veamos: Un oficial de enlace llega a su despacho; le informa que quince tanques avanzan por la carretera de Colmenar. El oficial precisa:

—Estarán a ocho kilómetros de la capital. Los soldados, al verlos, tiran los fusiles y huyen a la Sierra.

El coronel Villalba sabe todo lo que necesita. Cambia unas palabras con los oficiales de su Estado Mayor, da órdenes a su ayudante, y se dispone a salir. Se interfiere un testigo, en el que nadie ha reparado durante la escena anterior, Arthur Koestler, corresponsal del diario londinense News Chronicle. Villalba le hace, de mala gana, una declaración sorprendente.

—Todo lo que le puedo decir es que la situación es seria: pero Málaga se defenderá.

El periodista quisiera saber dónde va el coronel, cuáles son sus planes. Se lo ha preguntado, sin obtener respuesta. Se asoma a la ventana y desde allí ve cómo Villalba, con sus oficiales, monta en automóvil y emprende la fuga, desatendiéndose de la suerte de la ciudad. ¿Cómo se defenderá Málaga? ¿Quién la defenderá? Sólo la providencia podía hacerlo. El mismo periodista inglés, corresponsal del News Cronicle, que visitó nuestros frentes, informa de ellos con profunda tristeza. El frente de Marbella se reduce a una barricada. A su derecha, los soldados han comenzado a cavar una trinchera. Como el periodista interrogue al comandante qué hará cuando se le presenten los carros de asalto del enemigo, la respuesta del comandante, que se encoge de hombros, es perfecta: «Irme con mis hombres a la Sierra». ¿Qué otra cosa podía hacer a presencia de las tanquetas italianas? Su previsión era normal. Lo anormal es que el coronel Villalba hablase del frente de Marbella como de una línea de defensa valorable militarmente, cuando no pasaba de ser un retén de milicianos apostados detrás de las piedras de una barricada. En el llamado frente de Antequera, la fantasía era mayor. «Es el frente más insensato y el más pintoresco que he podido ver», escribe Koestler. Nadie ha pensado en destruir la carretera. Se conserva intacta para en caso de una ofensiva propia. Como la ofensiva es del enemigo, el capitán del sector juzga que con las fortificaciones laterales habrá suficiente para defender el avance de la infantería. «¿Y si vienen los carros de asalto?». «En tal caso, como nada podemos hacer, nos iremos a la Sierra».

En la Sierra es donde está instalado el observatorio para seguir los movimientos del enemigo. En el pico del Diablo, un capitán vigila. Un teléfono le une al puesto de mando; pero en previsión de que el teléfono no funcione en el momento preciso en que se necesite su servicio, el capitán ha hecho tender una línea más segura: un cable, al que se ha unido, en el puesto de mando, una campanilla. Este sistema lo reputan más seguro: saben que cuando el capitán tire el cable, la campanilla, estremecida, sonará. Todo el defecto es que se producen alarmas infundadas. Eso no importa. El capitán observador, que es un soldado de leyenda, asegura al periodista que si llegan los tanques, los tanques serán destruidos. Tales eran los frentes que defendían Málaga y contra los que Queipo de Llano, después de madura reflexión, de adquirir el consejo y la colaboración personal de estrategas italianos, lanza varias columnas, una de ellas motorizada, y tres cruceros, desde uno de los cuales, el Canarias, sigue personalmente el curso de las operaciones. «Málaga es la primera victoria en la que han colaborado los italianos». Estos entran como vanguardia en la plaza; pero izadas las banderas monárquicas en los edificios, se les ordena esconderse. No es bueno que el pueblo advierta su presencia. Va a dar comienzo la operación de «limpieza» y esta corresponde a los españoles, ayudados, a lo sumo, por los regulares. Ese cuadro trágico es, con pequeños variantes, el mismo de Badajoz y Toledo.

A la ciudad, medio derruida por los bombardeos, ennegrecida por el humo de los incendios, le falta el riego de lágrimas y sangre. Con esos líquidos se hace la limpieza. El drama de la ciudad es menos sombrío que el drama de la carretera. Sobre la masa empavorecida que desertó de Málaga, huyendo de las represalias, los aviones de Franco y los navíos nacionalistas se cubren de oprobio. En vuelos rasantes, las ametralladoras de los aviones agotaron sus municiones sobre la muchedumbre desesperada. Madres que se negaban a desprenderse de sus hijos muertos, perdieron la razón. Otras, creyendo salvarse, se arrojaron al mar, donde perecieron. La carretera quedó cubierta de cadáveres y moribundos. Los aparatos repostaban y volvían a su trabajo siniestro. Los buques… «Los rápidos progresos de todos estos ataques —han escrito dos apologistas de la victoria de Franco: Brasillach y Bardeche—, determinaron un gran pánico y los fugitivos se aglomeraron en coches y camiones, ensayando llegar a Almería. La mañana del día 8, la flota nacionalista ancló delante de la Torre del Mar para cerrarles el camino…». Sus salvas mortíferas hacen carne en una muchedumbre de mujeres, niños y ancianos, a la que se han mezclado algunos combatientes. El detalle de esta carnicería renueva el horror de lo ocurrido en la plaza de toros de Badajoz. La voz de los supervivientes que hacen el relato se rompe en una congoja sin consuelo. Lloran, no por el luto concreto del padre que perdieron, o por el hermano que les falta, o por la madre, de la que ignoran qué se hizo, sino por algo más grande y solemne: por el hundimiento de todos los conceptos sagrados, por el naufragio de su fe pueril. Los cañones de los navíos y las ametralladoras de los aviones no los manejaba ninguna deidad hostil y furiosa, sino hombres igualmente refractarios al dolor que, a su hora, clamarían, con el mismo acento doloroso, piedad y compasión para sus vidas. ¿En qué excitaba su cólera aquella doliente caravana? Su persecución implacable quedaba fuera del marco de la victoria y entraba en el repertorio de la patología sexual. ¿Qué otra explicación puede arbitrar la inteligencia?

El viajero que haga camino en esa carretera se seguirá estremeciendo al recuerdo de tanto sufrimiento y de tanta sangre como empapó. Los gritos de las víctimas, el balido angustioso de tanta criatura vuelta inocente por miedo a la muerte, deben estar prendidos a las zarzas de las cunetas y a los arbustos del paisaje. Todo en él, por mar y tierra, tendrá una terrible resonancia trágica. La carretera es un calvario de infinitas cruces. Las fantasías de los frentes de Málaga era fatal que tuviesen un epílogo patético y lo tuvieron. Como en las tragedias elementales, la voluntad defensiva del hombre no sirvió de nada. Los cruceros nacionalistas no tuvieron oposición. Cuando consideraron terminada su obra, a toda máquina, se plantaron en Málaga. Igual hizo la aviación. Al mediodía del lunes, día ocho de febrero, la ciudad y el puerto son, oficialmente, del gobierno de Franco.


Julián Zugazagoitia
Guerra y vicisitudes de los españoles,  1940









1909. Málaga: base naval accidental

Dotación buque hidrográfico Tofiño. Puerto de Málaga, verano de 1936 


De Luis Miguel Cerdera, autor de Málaga: base naval accidental, para Búscame en el ciclo de la vida

La base naval de Málaga en la Guerra Civil española merece un estudio unitario e independiente. La acogida en sus aguas de la mayoría de los buques de guerra que quedaron a favor de la República da prueba de la importancia estratégica que tuvo en los primeros meses de la contienda española.

Las operaciones militares en la provincia y capital en los frentes terrestres están recogidas en varios libros que aportan con detalles todos los acontecimientos ocurridos en los campos de batalla. Sin embargo la Base naval malagueña era una gran desconocida, solamente hay recogidos episodios sueltos en varias obras realizadas. Por comentaros un dato curioso del Jefe de la Base: Baudilio Sanmartín García, incluso gran número de investigadores desconocían su lugar de nacimiento, al principio mis investigaciones me llevaron hasta Motril (Granada), después hasta Asturias, finalmente descubrí que era gallego, natural de Ferrol.

Además de mis sentimientos hacia la mar y mi interés por la Marina, otro de los factores que me influyeron para realizar este trabajo fue la carencia de un estudio histórico profundo que tratará la base naval en su conjunto.

De la Guerra Civil en el mar no abundan los libros de historia, y de los que tratan la Base de Málaga son menos todavía, entre ellos, hay referencias a la base malagueña en: La Guerra Civil Española en el mar de Michael Alpert, La Escuadra la mandan los cabos de Manuel Domínguez Benavides, algunos datos en La Guerra naval en el mar de Cervera Pery, en el documental Operación Ursula de MLK producciones,  en el que se investiga con detalle el hundimiento del submarino C-3 y sin equivocarme, tengo que decir que la obra que más datos aporta es La Guerra Silenciosa y Silenciada de los hermanos Moreno, desafortunadamente y a pesar de estar editada en 1998, los calificativos: turba, chusma, desleales, virus marxista, traidores... siempre van asociados al bando republicano, sin embargo a los sublevados le asocian: caballeros, leales, patriotas…, demostrando con ello que está realizada desde la ideología totalitaria del bando ganador que aún a estas alturas tienen afines en las Fuerzas armadas y otros sectores de la sociedad que se niegan a reconocer que los traidores fueron los que se sublevaron en armas contra el Gobierno de la República.

La sublevación militar comienza en la ciudad aproximadamente a las cinco de la tarde del 18 de julio de 1936, cuando una compañía de soldados al mando del capitán Agustín Huelin y del teniente Francisco Segalerva se dirigen a apoderarse del Gobierno Civil. Las órdenes del comandante militar de la ciudad, el general Francisco Patxot, fueron imprecisas y el pueblo de Málaga junto a unidades de fuerzas de asalto se enfrentaron con las armas a los militares. En el transcurso de la tarde-noche, las fuerzas gubernamentales van tomando el control, al amanecer del día 19 la sublevación militar ha fracasado, a ello hay que indicar que los destructores con fuerzas de regulares y legionarios que se esperaba llegaran al puerto en apoyo a los sublevados no se produce. De hecho, los generales sublevados se equivocaron con Málaga, el general Queipo de Llano, confiando en la pronta caída de la ciudad,  incluso se atrevió a viajar para dejar a su familia alojada y protegida en Málaga. El día 11 de julio de 1936 aprovechando su puesto como inspector General de carabineros llegó en coche oficial, en el vehículo viajaron el citado general, su mujer, su hijo Gonzalo y una hija soltera, en Málaga le esperaba otra de sus hijas que vivía en la ciudad junto a su marido, un ingeniero industrial.

Los primeros días fueron terribles, se producen decenas de muertos y los barrios residenciales son quemados y asaltados, tras varios días de tumultos, la situación de alguna manera es controlada por las autoridades y vuelve la relativa calma,  calma truncada infinidad de veces por los bombardeos de los sublevados y las represalias posteriores con asesinatos cometidos en las calles y en los asaltos a las cárceles.

En el momento que la sublevación militar no triunfa  en la capital andaluza,  en los buques de guerra se han recibido continuamente radios enviados por el auxiliar telegrafista Benjamín Balboa, alertando a las dotaciones de la intención de los militares,  con lo cual los marineros, cabos y algunos oficiales detienen a la mayoría de los oficiales de los buques por ser partidarios del Golpe militar. Estos oficiales de los destructores y submarinos quedan alojados en buques prisiones (Delfín, J.J. Sister, Monte Toro y Marqués de Chavarri),  otros son trasladados a la cárcel provincial. Varios serán juzgados en el transcurso de los días, otros morirán fusilados sin juicio previo debido a las represalias inútiles que se cometían después de los bombardeos.

A Málaga se le acondiciona de urgencia como base naval a partir del día 24 de julio de 1936. El teniente de navío Pedro Prado Mendizábal es destinado de urgencia hasta la capital andaluza como Jefe de operaciones navales y la prácticamente totalidad de la Escuadra republicana de superficie hace acto de presencia en el puerto, efectivos a los que hay que sumar un importante número de submarinos (en 1936, la Marina española tenía 12 sumergibles operativos, los cuales quedan en su totalidad a favor de la República).

Prado se esforzó enormemente en estos primeros días en acondicionar la Base para mantenerla totalmente operativa. A pesar de ello con el transcurso de los días, adolecerá de graves carencias defensivas, las cuales se irán acrecentando, nunca se le dotará con baterías de costa, ni con un número suficiente de artillería antiaérea y sobre todo siempre se echará en falta un importante número de aviones para haber podido hacer frente a los bombarderos que actuaron la mayoría de las veces sin ningún tipo de oposición.

Su principal ventaja con respecto a la Base principal de Cartagena era su distancia menor al Estrecho: 129 km. frente a los más de 400 de la base murciana. Con los rápidos destructores republicanos, el Estrecho estaba al alcance en apenas tres horas de navegación.

La Base naval de Málaga e implícitamente la ciudad se ven abocadas a un fuerte castigo aéreo desde prácticamente el inicio de la sublevación. El primer ataque aéreo se produce el 27 de julio y termina con la cruel masacre de la huida por la carretera Málaga-Almería en los primeros días de febrero de 1937.

El primer bombardeo con graves daños a unidades de la Escuadra Republicana se produce el 13 de agosto de 1936, cuando dos aviones Junkers 52 con tripulaciones alemanas despegan del aeródromo de Tablada en Sevilla y atacan el acorazado Jaime I anclado en la bahía malagueña, las bombas de 250 Kg le ocasionan serios daños que le obligan a zarpar de urgencia hasta Cartagena para reparar las averías. Como he dicho, uno de los grandes problemas a los que se enfrentó la capital fue la escasez y poca efectividad de las baterías aéreas y sobre todo la falta de aviones para contrarrestar los continuos ataques aéreos. Málaga soportó en apenas 7 meses la escalofriante cifra de 70 ataques aéreos, algunos de ellos especialmente cruentos: el 22 de agosto, 23 de octubre de 1936 y 2 de enero de 1937. Ocasionaron innumerables daños materiales, 300 muertos y cientos de heridos.

El 21 de septiembre de 1936 se comete un grave error estratégico por parte de las autoridades de la Marina republicana. Este día zarpan desde Málaga con el objetivo de auxiliar las provincias del Cantábrico los siguientes buques: Acorazado Jaime I, cruceros Libertad, Miguel de Cervantes y los destructores Lepanto, Almirante Miranda, Almirante Valdés, Almirante Antequera, Escaño y José Luis Díez.

Aprovechando esta circunstancia, en la noche del 27 de septiembre zarparon desde Ferrol los cruceros Canarias y Cervera, arribando a la zona del Estrecho en la madrugada del 29 de septiembre. El potente crucero Canarias divisó y abrió fuego contra el destructor Almirante Ferrándiz que sorprendido llevaba una de sus cuatro calderas apagadas, puso rumbo a Málaga, pero su velocidad no era suficiente y el Canarias tras varios certeros disparos consiguió hundir al destructor republicano, con este hecho los dos cruceros sublevados toman la supremacía de la zona y comienzan inmediatamente el paso de mercantes con gran número de militares y pertrechos militares hasta la Península.

La Escuadra de superficie republicana regresa a Málaga el día 18 de octubre de 1936, después de recibir otro duro ataque aéreo en la bahía y de permanecer tan solo unas horas en la capital andaluza se traslada definitivamente hasta Cartagena, haciendo de la base murciana su fondeadero  hasta el final de la guerra.

Desde esa fecha la única fuerza naval de importancia en Málaga son los submarinos al mando de Verdía, cuyo potencial ofensivo fue claramente mermado por el nulo compromiso de fidelidad con la República de los mandos de los sumergibles con la excepción del Jefe de la flota y algunos auxiliares que le acompañaron.

Después de la importante pérdida del destructor Almirante Ferrándiz, otras bajas navales republicanas se irán sumando en la base: en octubre en una operación en la que interviene el crucero Cervera y la red de información fascista y militares disfrazados de republicanos que se encontraban en Málaga, son hundidos los guardacostas republicanos Uad Muluya, Uad Lucas y la patrullera I-5. También a mediados de octubre se pierde el submarino B-5 en extrañas circunstancias, en noviembre y debido a una colisión con un mercante, es dado de baja el submarino B-3, a todas estas pérdidas hay que sumar el hundimiento del C-3 por un submarino nazi en diciembre de 1936. Debido a ellos, al inicio de la ofensiva sublevada, la base malagueña se encuentra menguada de efectivos.

La Jefatura de la Base naval no ha sido justamente estudiada por los historiadores, con mi trabajo deseo aportar un pequeño tributo a aquellos que por convicción y a pesar de las innumerables adversidades, quedaron hasta el final defendiendo con toda dignidad el puesto militar que la Marina republicana les había encomendado.

Destaco con singular protagonismo a Sanmartín y a Verdía, dos excelentes marinos de convicciones republicanas, de gran preparación y dignos de haber ocupado cargos de relevancia en la Base hasta el último momento.

Baudilio Sanmartín, fue jefe de la Base desde el 15 de septiembre de 1936 hasta que se ve obligado a abandonarla el día 8 de febrero de 1937. El abandono de la base se realizó con total dignidad y entereza, destacando que fueron los últimos militares que salieron de la ciudad, tan solo unas horas antes de su caída. En el último momento y por órdenes directas del ministro Indalecio Prieto hundieron varios barcos e intentaron colocar dinamita en las instalaciones, hecho que no pudo ser llevado a cabo al encontrarse ardiendo el polvorín donde estaba depositado el explosivo.

En cuanto a Remigio Verdía, diré que fue un oficial incansable, continuamente realizaba trabajos de todo tipo en su afán de defensa de la Base, de hecho y debido a su gran preparación y personalidad, los cruceros Canarias y Cervera a pesar de haber atacado diferentes puertos del Mediterráneo,  no atacan a Málaga por mar hasta después de la muerte de Verdía. Hasta el último día de su vida trabajó para la causa que el creía justa, Acababa de llegar de un vuelo de reconocimiento, cuando el día 2 de enero de 1937 se dirigía en compañía de su amigo Sanmartín hasta la Comandancia militar y fueron sorprendidos por el ataque de nueve aviones Junkers JU 52 que bombardearon intensamente la ciudad y puerto, dejando más de 50 muertos y cientos de heridos. Entre los fallecidos estuvo Remigio Verdía, salvando la vida por muy poco el Jefe de la base Baudilio Sanmartín. Nueve días después de la muerte del jefe de flotilla se produce el primer ataque por mar a la capital en el que participan los cruceros Canarias y Cervera.

En los meses de enero y febrero Málaga queda a merced de las fuerzas atacantes. En la actualidad existen pruebas más que suficientes para afirmar con rotundidad que la República abandona erróneamente la ciudad por razones estratégicas al querer acortar un frente de varios cientos de kms. en el que se había convertido la provincia convertida en una isla totalmente rodeada por fuerzas sublevadas.

La Escuadra republicana, hermanada con la ciudad meses antes, nunca llegó al auxilio de Málaga. Se la esperó hasta el último momento, pero para  la ciudad y base, a pesar de las innumerables peticiones de ayuda que se recogen textualmente en el libro, la Escuadra se convertirá en una esperanza frustrada.

Al final llega la caída de la ciudad y la masacre de la carretera Málaga-Almería en la que la aviación y cruceros sublevados realizan uno de los crímenes más grandes de la Guerra Civil.

Independientemente de la traición de los generales sublevados, verdaderos culpables de la hecatombe española, la pérdida de la importante plaza de Málaga propició por parte de las autoridades republicanas una causa judicial en la que se dictaron sentencias de cárcel para varios militares implicados en la caída de la ciudad, todos ellos fueron puestos en libertad a lo largo de 1938 y siguieron luchando en mayor o menor medida a favor de la República. Al final de la guerra todos tuvieron trágicos destinos, algunos sufrieron el exilio, otros fueron fusilados por el régimen dictatorial de Franco: los generales Martínez Cabrera, Hernández Arteaga y el comisario de guerra Cayetano Bolívar; caso especial fue el caso del último comandante militar de Málaga: el coronel José Eduardo Villalba Rubío (huyó precipitadamente junto a su estado mayor en la tarde del 7 de febrero), se exilió en Francia, volvió a España en 1949, se le absolvió de toda causa y cobró la paga de coronel en la reserva hasta el día de su muerte (entre sus pertenencias en Málaga dejó olvidado el brazo incorrupto de Santa Teresa de Jesús, el cual tuvo depositado el general Franco en su dormitorio hasta el 20 de noviembre de 1975, fue devuelto al convento de Ronda en 1976).

El jefe naval de Málaga Baudilio Sanmartín obtuvo varios destinos en la Marina republicana, llegando a alcanzar el grado de teniente coronel maquinista. Se exilió en Francia (nunca quiso nacionalizarse francés ni afiliarse a ningún partido político, según testimonios transmitidos a sus nietos: para el dictador Franco, Baudilio sería siempre un refugiado español y un soldado de la República). El valiente y eficiente maquinista de la Armada republicana vivió y murió dignamente en Francia en octubre de 1971.


Málaga: Base naval accidental  se presentará el 7 de abril a las 20:00 horas en el Ateneo de Málaga (Calle Compañía 2). 

Contará con la presencia del autor bajo la presentación de Miguel Tello Reyes. 

Posteriormente, tendrá lugar una charla  sobre la Marina republicana en la ciudad.

Las imágenes han sido facilitadas por el autor del texto.